16. Miedo

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La sala del cine estaba cubierta en una profunda oscuridad, apenas rota por la tenue luz que desprendía la pantalla

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La sala del cine estaba cubierta en una profunda oscuridad, apenas rota por la tenue luz que desprendía la pantalla. Y si mirabas hacia ella, aunque solo fuese por culpa del horrible destino, había una maldita escena de susto y sangre esperando por mí.

No lo había probado, pero estaba segura de que eso sucedería.

Llevábamos al menos veinte minutos de película, cuatro escenas de gritos cargados de asombro y dos con música que generaba tensión pero que no había llegado a nada, cuando me decidí a entreabrir los dedos que tapan la pantalla.

La cara de una chica cubierta de sangre llenó mis pupilas. Ni siquiera sé cómo lo hice para no gritar.

Sencillamente escogí encogerme en el asiento. Atrapé las piernas entre mis brazos y me negué a mirar la película por más tiempo.

¿Por qué narices había accedido a tal sufrimiento? Con lo bonita que era una comedia romántica, ¡incluso una de fantasía!

Pero no. Decidí hacerme la fuerte y meterme a una de miedo. ¡Todo era culpa de Alex!

Y hablando del rey de Roma... Note cómo alguien se inclinaba hacia mí, a mi derecha.

Era Alex. Y preguntó.

—¿Tienes miedo, princesa?

Y una mierda le diría a él que estaba asustada. Sacudí como pude mi cabeza, notando la melena rozar mis mejillas, y me obligué a mirar la pantalla.

A la chica con sangre acababan de clavarle un cuchillo en la sien. Encima de ser de miedo, era gore. Genial. Y mucho peor al mismo tiempo.

Porque odiaba las agujas y cualquier cosa que tuviese que ver con sangre.

Se me revolvió el estómago y contuve el aliento, incapaz de gritar. A mi otro lado sentí la voz de Liam inclinarse también cerca de mí.

—¿Estás bien? —Preguntó—. ¿Quieres que te de la mano?

Qué mono era... Pero me las ingenié para sacudir la cabeza y negarme. No quería darle pena en la primera cita. Así que continué viendo la película. Sin embargo, las escenas horribles no dejaron de venir.

Después del cuchillo apareció un hacha.

Una trampa de fuego que quemaba vivos a los amigos.

Un látigo lleno de clavos.

Un vaso lleno de sangre.

Y al final, él no estaba vivo, era un fantasma.

De acuerdo, la trama sería malísima, pero las escenas eran de terror. Ni siquiera sé cómo pude seguir viendo porque pegaba un bote a cada nuevo y diabólico movimiento de la trama. Solo entrecerraba los ojos y respiraba de la forma más calmada posible.

Un Perfecto DesastreWhere stories live. Discover now