43. Maki

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Alex no regresó a casa al día siguiente

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Alex no regresó a casa al día siguiente. Ni al siguiente. Ni al siguiente.

Su decisión de irse a vivir con Evan era fuerte y no iba a cambiarla.

En realidad tampoco era una mala idea. Estaba en la universidad y muchísimos jóvenes compartían piso con amigos. Además, sabía que Evan cuidaría de él.

El problema era otro: Alex pensaba que no era bien recibido en la casa y por eso se había ido.

Tampoco hablaba conmigo. Intenté contactarle el domingo por la noche, pero no respondió a mi llamada. Le dejé un mensaje y no contestó. Ni siquiera al día siguiente. Me di por vencida en intentar buscarlo. Quizás, como mi padre dijo en un desayuno, solo necesitaba tiempo.

Maki también lo echaba de menos. Ahora pasaba el tiempo en su habitación, tumbado sobre una chaqueta que se había quedado en el colchón.

Yo asistía a clase medio zombie. Solo mi persona estaba allí, pero me encontraba total y completamente desconectada. El miércoles, mientras hablábamos del baile en el comedor, apenas asentía. Me di cuenta tarde de que había accedido a que Mateo fuera a buscarnos casa por casa en limusina. ¡No quería imaginarme la cara de mi padre cuando lo viese llegar!

Isabella era la que parecía más emocionada por el baile. Heejin no dejaba de mirar su teléfono móvil, mientras Olivia estaba tan apática como yo. Todavía no había terminado la comida cuando me disculpé para levantarme e ir al baño.

Heejin me lanzó una mirada rápida pero sacudí la cabeza. Ella era la única que sabía todo lo que había pasado en realidad. Salí del comedor y fui hacia el baño. Necesitaba echarme agua a la cara, despejarme un poco.

Tiempo, Alex solo necesitaba tiempo...

Pero a veces el tiempo pasa tan malditamente despacio...

—Ey, Carla.

Me paré en seco a apenas unos metros del servicio sin poder creérmelo, porque podía reconocer al dueño de aquella voz sin apenas girarme. Y no, no quería hacerlo y tener que verle a la cara.

Y, aún así, lo hice.

—¿Qué quieres, Liam?

—Todavía no tengo pareja para el baile.

No. Podía. Ser. Verdad.

¿En serio seguía con ese tema? Me crucé de brazos y alcé las cejas.

—¿Y?

—Que tú tampoco tienes. Escuché que irías en grupo con tus amigas y con Mateo Ford.

—¿Y?

—Bueno, Mateo Ford es gay.

Puse los ojos en blanco e hice el amago de darme la vuelta, pero Liam dio un paso más al frente y exclamó:

—¿No vas a pedirme que vaya contigo?

Un Perfecto DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora