36. Fui un error

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—Enséñame de nuevo a Maki

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—Enséñame de nuevo a Maki.

Alex hizo lo que le pedía y bajó la cámara hacia mi gatito, que dormía hecho una bolita entre sus piernas. Me transmitía cierta paz verlo ahí, feliz y calentito. Como si una pequeña extensión de mí, por lo menos, tuviese paz.

—Me echa de menos —le aseguré.

Apartó la cámara y volvió a enfocarme su cara. Se veía cansado, pero aún así no me había pedido colar la llamada en ningún momento. Aunque aquí fuesen las tres de la mañana y allí las doce.

Escuchó sin quejarse todo lo que había sucedido y lo mal que me sentía cuando le llamé, aunque de primeras pareció un poco asustado. Después se dedicó a distraerme contándome anécdotas, como que Evan había hecho una fiesta donde los policías habían terminado por aparecer ese finde y que me había librado de una buena, aunque las cosas terminaron bien y Evan se hizo con el teléfono del policía.

O que mi padre casi quema la casa tratando de hacer puré de patatas. Fue gracioso imaginarse la escena, pero a la vez triste porque sentí un pinchazo de celos al no estar allí para presenciarlo. ¿Qué me pasaba?

Estábamos conversando sobre la negativa de mi padre a poner una piscina mientras Anna sí quería, cuando interrumpí y dije:

—¿Hay algo malo conmigo, Alex?

Tenía la cabeza apoyada en la suave almohada de cachemira de madre, pero no podía importarme menos los lujos de aquella pequeña habitación.

—¿Qué? Claro que no. ¿Qué quieres decir con eso?

—Mi padre te quiere más a ti que a mí. Mi madre... parece feliz de haberse deshecho de mí. ¿Y si es culpa mía? Quizás hice algo que...

Alex se sentó en la cama, con expresión un poco más seria, y me cortó.

—Carla, no. Para. No hay nada malo contigo y desde luego, no has hecho nada que te haga desmerecer amor. Lo que tu madre te ha dicho... Es jodido, y está mal. Nunca debería haberte dicho algo así, y mucho menos significa que no te merezcas un amor incondicional.

Guardé silencio, pero él tomó unos segundos antes de seguir.

—Y es mentira eso de que tu padre me quiera por encima de ti.

—Te adora —repliqué.

Sacudió la cabeza en negativa.

—Pues a ti te adora todavía más. Créeme.

A veces era difícil hacerlo, pero una parte de mi comenzó a pensar en todos los momentos que habíamos pasado juntos.

De acuerdo, no era el mejor padre del mundo, pero... en su defensa, nadie lo era.

—Mira, Carla. No mentiré. Tu padre me quiere, igual que yo a él. Hemos creado un vínculo, porque vivimos juntos y es la pareja de mi madre, pero... No es lo mismo que vosotros. Es tu padre y daría lo que fuese por ti. Ha estado insoportable estos días que te has ido con tu madre, ¡más que yo! Y eso que todavía no sabe lo que ha pasado...

Un Perfecto DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora