La fortaleza del vínculo

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Persistiendo una lluvia serena, cerca de los astilleros se encontraba Mina y Eijirou escuchando con atención una peculiar petición que ahora, una refugiada Melissa Shield estaba solicitando: un barco, algo que le pudiera sacar de ahí. Sero era el principal en escuchar con atención las indicaciones que Melissa y Mei tomaban al lugar, un artesano de navíos como él era alguien con mente muy abierta y podía darles un apoyo.

Fuera del astillero entre sus puertas como vigilante estaba Katsuki sentado en el suelo recargando su espalda a los muros, con el rostro gacho cubriendolo con su palma oía en silencio a los demás, sin embargo su atención se esfumó a centrarse en sí mismo.

La incomodidad en Bakugo sentado y cohibido fue un poco extraño llamando la atención de Kirishima que acercó curioso de saber su estado.

—¿Te duele algo? —Preguntó dubitativo notando al rubio ocultar más su rostro en su palma.

—No, no soy yo... ¿qué demonios le pasa a ese idiota? —masculló en incomodidad ocultando el calor de su rostro, el vínculo que poseía con Izuku lo llevó a canalizar aquella sensación de vergüenza que estaba pasando.

...

Mientras tanto Izuku observaba hacia la localización donde apoyaba el sacerdote y la nereida que residía en la cisterna de cristal. Había pasado por tantas cosas que le costaba saber las intenciones de personas tan misteriosas como lo era Hitoshi.

—¿Te estás divirtiendo, verdad? —Siseó entre labios todavía incómodo de que sus prejuicios habían sido erróneos hacia Shinso, el cual le observaba con una sonrisa tranquilamente.

—Bueno en realidad me preocupa tu reacción, ¿que habrás pasado para terminar con esa mentalidad desconfiada y esa apariencia humanoide? —Exclamó bajando del lugar, rodeó el sitio donde estaba Izuku poniéndose de pie e inmediato aseguró la única salida y que nadie más escuchara. —Después de todo eres un ser del mar y rompes todos sus estándares.

—Ya me lo han dicho de tantas maneras que no tienes porque repetirlo —gesticuló una mueca inconforme del trato.

Hagakure permanecía apoyada con sus codos para estar en la superficie escuchando a los dos con tranquilidad, ya que confiaba en Midoriya y Shinso nunca trasmitió un aura peligrosa.

—Pertenezco a una organización que procura salvar a miserables como ustedes de este tipo de trato.

—Claro, imponiendo creencias sobre cualquiera hasta hacerlos ceder a todas sus ordenes —interrumpió Izuku sabiendo lo que observó ese día.

—No es como lo planteas, él... —mencionó la chica. —Tiene una justicia silenciosa.

—Estoy encubierto, investigo la trata de esclavos en el mercado negro.

Izuku quedó perplejo, parpadeó un par de ocasiones procurando procesar eso último.

—Eres... ¿un oficial?

—No exactamente, dicha organización es en sombras así que no puedo decirles el nombre —respondió con calma. —Logré comulgar como sacerdote y llegar aquí con mucho esfuerzo.

—¿Esto no deberías mantenerlo en secreto? ¿Por qué lo confiesas así?

—Ustedes son difíciles de hablar, así que... no quiero morir, ¿sabes? —Mencionó en complicidad haciendo referencia a que reservaran esa confesión para ellos.

El nereida tragó saliva y asintió nervioso, la chica inmediato lo notó.

—No lo rebusques, entiendo que te cueste confiar en él por estar ciego pero... es sincero, de verdad.

El tirano de los mares [BkDk +18]Onde histórias criam vida. Descubra agora