CUATRO.

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La mañana de Louis inició con el pie izquierdo. No tuvo tiempo para hacer el desayuno adecuadamente porque olvidó poner el despertador y no escuchó a Harry salir, al parecer había sido cuidadoso esta vez. Despertó cuando Harry ya había vuelto de correr porque escuchó un golpe en el baño y después la regadera abrirse, sólo alcanzó a hacer pan tostado con mermelada de fresa para ambos.

El desayuno fue un poco apresurado y muy silencioso, al terminar Louis se fue a bañar, no pudo tomarse su tiempo como hubiera querido y honestamente no quería retrasar a Harry.

Cuando salió de la ducha el apartamento estaba vacío. Harry se había ido sin él, sintió presión en su pecho y la furia lo invadió por un instante.

Pensó que como irían al mismo lugar y Harry tenía auto se podían ir juntos, y por favor había hecho el desayuno, los panes estaban un poco quemados pero la mermelada disfrazaba el sabor, merecía un aventón como agradecimiento.

Se vio obligado a tomar un taxi de mala gana y mientras iba en camino se dió cuenta de lo equivocado que estaba, Harry no era chófer, no tenía que llevarlo a ningún lado, pero no podía evitar el sentimiento de decepción.

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Los primeros días para Louis siempre fueron complicados, no le gustaba tener que adaptarse a un nuevo ambiente ni tampoco tener que conocer personas nuevas.

En clase platicó muy poco con algunos compañeros y en el descanso almorzó con Zayn. Para su muy buena suerte se ofreció a llevarlo en su auto a la cafetería y lo agradeció mucho a sus adentros, no quería caminar con el sol en lo más alto.

Ya en el trabajo las cosas iban bastante bien, llevaba un mandil de color negro con los bordes verde pino y tenía una placa con su nombre.

Estuvo atendiendo a todos muy sonriente y servicial, pero inevitablemente su sonrisa decayó cuando vio a Harry entrar por la puerta de cristal del lugar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Louis mientras cerraba la caja registradora y entregaba el cambio a una chica de cabello rubio. Louis notó como la chica analizó de pies a cabeza a Harry antes de irse.

—Vengo por una malteada, son muy buenas las de aquí.

—Bien —suspiró— ¿qué sabor la quieres?

—Fresa, por favor. —se sentó en la barra junto a la caja registradora.

—Una malteada de fresa para llevar, por favor, Zayn —Louis alzó un poco la voz para ser escuchado.

—Oh, no, que sea para tomar aquí, por favor —Harry se dirigía a Zayn en el mismo tono y Louis no pudo evitar poner los ojos en blanco.

Después de unos cuantos minutos Louis colocó la malteada color rosa frente a Harry —aquí tienes —se dio la media vuelta y regresó a la caja registradora.

—Gracias, ¿cuánto va a ser?

—No te preocupes, Harry, yo invito.

—¿En serio? No quiero que pienses que vengo aquí para obtener cosas gratis sólo porque nos conocemos.

—En serio, no es problema, tómalo por el mal desayuno de esta mañana.

—Muchas gracias, Lou.

Louis sintió algo en el estómago cuando lo escuchó llamarlo así, era tan sólo la tercera vez que lo hacía en todo el tiempo que tenían de conocerse. Cuando se trataba de Harry, Louis actuaba como un puberto enamorado, no lo podía evitar, las cosas más simples tenían efecto en él.

Harry tomaba su malteada en silencio mientras revisaba apuntes en una libreta que tenía sobre la barra, su ceño estaba fruncido y no sacaba la pajilla de entre sus labios, miraba de vez en cuando a Louis atender personas con su sonrisa resplandeciente y las arrugas junto a sus brillantes ojos azules.

Cama para dos. LSWo Geschichten leben. Entdecke jetzt