Capítulo 29. La calma antes de la canción.

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«La calma antes de la canción»

Estrella

Mis padres y hermanos parpadearon con sorpresa cuando los niños entraron a la cocina peinados, vestidos a juego y presumiendo sus alas de oro sobre sus hombros

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Mis padres y hermanos parpadearon con sorpresa cuando los niños entraron a la cocina peinados, vestidos a juego y presumiendo sus alas de oro sobre sus hombros. Les sentaban como un guante y los hacían destacar como nunca.

—Es un regalo de Caelum —expliqué ante su desconcierto—. Los visitó temprano porque quería ser el primero en felicitarlos.

—¿Y dónde está? —Papá me miró con curiosidad—. ¿Desayunará con nosotros?

—Tenía una reunión, pero volverá para la fiesta —me encogí de hombros para restarle importancia—. Por cierto, invité a Elias.

Los cuatro se miraron entre ellos con misterio, pero, antes de que pudiera analizar el significado de aquel intercambio, Evan y Cielo localizaron los regalos que estaban perfectamente acomodados sobre la mesa, con grandes moños y envolturas brillantes. El bullicio comenzó de nuevo.

Cada cumpleaños ya era una tradición realizar un desayuno íntimo para iniciar el día juntos, ahora con Aura y Nathan incluídos. Ava estaba acurrucada en los brazos de Noah, pero Alba se paró en su silla para ayudar a los mellizos a abrir todos sus regalos —dioses, eran demasiados— mientras desayunábamos entre risas, juegos y abrazos, muchos abrazos.

Elias se nos unió a medio desayuno con más regalos. Miró las alas en sus hombros con atención, pero decidió no comentar nada al respecto y solo los estrujó con fuerza a la vez que los felicitaba.

No sabía si era mi paranoia de madre, pero de pronto encontré a Evan y Cielo más altos y grandes. Estaba consciente de que no crecieron de la noche a la mañana, pero recordé a mis dos bebés recién nacidos, tan pequeñitos que ambos cabían en mis brazos. Recordé sus llantos y las noches en vela. Recordé que Cielo fue la primera en aprender a gatear, pero que Evan dio sus primeros pasos antes que ella. Recordé sus primeras palabras, su primer baño, sus primeros berrinches, sus primeros dientes, su primera pelea, su primera magia, sus primeras risas, sus primeras travesuras, sus primeros te quiero...

Mamá me abrazó y yo me recargué en su hombro, sin poder apartar la vista de mis pequeños ya no tan pequeños. Seis años, por todos los cielos. Hace seis años que estos dos seres llegaron al mundo para salvarme la vida y sacarme de una depresión que pensé que no acabaría nunca. Hace seis años que Caelum y yo hicimos, sin saber, a las estrellas de nuestro propio cielo.

—Crecen muy rápido, ¿verdad?

—¿Es tan obvia mi melancolía? —le susurré.

—Solo porque yo te miro así todos los días —reconoció.

Sonreí con ternura.

—Te quiero, mamá —le dije, recordando lo completa que me sentí la primera vez que mis hijos me llamaron mami. Esperaba que ella se sintiera de la misma manera cuando yo se lo decía.

Féryco 3. Caella. +18Where stories live. Discover now