Capítulo 65. Negocios sucios.

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«Negocios sucios»

Entendí la dirección de nuestra próxima plática tan solo con examinar la ropa que él eligió para mí

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Entendí la dirección de nuestra próxima plática tan solo con examinar la ropa que él eligió para mí. No tenía nada que ver con los vestidos cómodos y los suéteres holgados que creó en el Edén. Esta vez, cada pieza era oscura y sensual, hecha para mostrar más piel de la que debería. Estos atuendos estaban pensados para que yo estuviera a su altura como la reina del infierno.

Así que, supuse, en el desayuno habría una propuesta.

Jugué con el diamante de estrella colgado a mi cuello, comparando con tristeza la dulce propuesta que me hizo hace siete años, para que me casara con él. Dije sin dudarlo.

Supuse que esta vez mi respuesta no debía ser diferente, no si quería ganarme su confianza.

El baño que me di me ayudó a aclarar mi mente y alejar la bruma de confusión que me envolvió con su presencia. Más enfocada, decidí escoger uno de los vestidos nuevos para entrar en el juego.

Tal vez lo sorprendería. Tal vez lo complacería. Cualquiera de las dos reacciones sería conveniente para mí.

Así que, cuando pasó la hora y él volvió a mi habitación, me encontró con un leotardo negro de cuero y una fina falda que se abría en dos para mostrar mis piernas. Caelum las recorrió lentamente, apreciándome en silencio.

    —¿Estoy a la altura? —pregunté intencionalmente.

Sus ojos rojos destellaron.

    —Tú siempre lo estás —aseguró, ofreciéndome su mano.

La tomé sin dudar.

Aparecimos en un comedor bastante tétrico. En esa habitación de ensueño era fácil olvidar en dónde me encontraba y me pregunté, en silencio, si esa era una de sus intenciones.

    —Sin mi magia, no puedo transportarme como tú —le recordé—. Necesito saber dónde están las cosas para llegar a pie.

    —Te mostraré todo el castillo después del desayuno —prometió, abriendo una silla para mí—. Y te transportaré a dónde tú quieras si no deseas caminar, solo tienes que pedirlo.

    —¿Esto es permanente o piensas levantar el hechizo algún día?

Él se sentó a mi lado, en la cabeza del comedor. Parecía divertido por mi pregunta.

    —Eso depende de qué tan buena seas negociando.

    —No me había dado cuenta que me trajiste a un desayuno de negocios —dije de manera inocente.

    —Qué extraño, yo diría que estás vestida para negociar sin piedad.

    —Solo me puse una de tus elecciones, ¿hay algún problema con eso?

Féryco 3. Caella. +18Where stories live. Discover now