Capítulo 7 ☀️

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Liam Sallow.

Visitamos el emporio de gnomos de jardín de la Tía Eme.

En cierto sentido, es bueno saber que hay dioses griegos ahí fuera, porque tienes alguien a quien echarle la culpa cuando las cosas van mal

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En cierto sentido, es bueno saber que hay dioses griegos ahí fuera, porque tienes alguien a quien echarle la culpa cuando las cosas van mal. Por ejemplo, si eres un mortal y estás huyendo de un autobús atacado por arpías monstruosas y fulminado por un rayo —y si encima está lloviendo—, es normal que lo atribuyas a tu mala suerte; pero si eres un mestizo, sabes que alguna criatura divina está intentando fastidiarte el día.

Así que allí estábamos, Annabeth, Grover, Percy y yo, caminando entre los bosques que hay en la orilla de Nueva Jersey. El resplandor de Nueva York teñía de amarillo el cielo a nuestras espaldas, y el hedor del Hudson nos anegaba la pituitaria. Grover temblaba y balaba, con miedo en sus enormes ojos de cabra.

—Tres Benévolas —dijo con inquietud—. Y las tres de golpe.

Yo mismo estaba bastante impresionado. La explosión del autobús aún resonaba en mis oídos. Pero seguía tirando de los chicos.

—¡Vamos! Cuanto más lejos lleguemos, mejor.

—Nuestro dinero estaba allí dentro —le recordó Percy—. Y la comida y la ropa. Todo.

—Bueno, a lo mejor si no hubieras decidido participar en la pelea...

—¿Qué querías que hiciera? ¿Dejar que os mataran?

—No tienes que protegerme, Percy. Me las habría apañado.

—En rebanadas como el pan de sándwich —intervino Grover—, pero se las habría apañado.

—Cierra el hocico, niño cabra —le especte. Grover baló lastimeramente.

—Latitas... —se lamentó—. He perdido mi bolsa llena de estupendas latitas para mascar.

Atravesamos chapoteando terreno fangoso, a través de horribles árboles enroscados que olían a colada mohosa. Al cabo de unos minutos. Me puse al lado de Percy

—Mira, yo... —me falló la voz—. Aprecio que nos ayudases, ¿vale? Has sido muy valiente.

—Somos un equipo, ¿no?

me quede en silencio durante unos cuantos pasos.

—Es sólo que si tú murieras... aparte de que a ti no te gustaría nada, supondría el fin de la misión. —dije mientras jugaba con mi cadena—Y puede que ésta sea la única oportunidad de Annabeth y mía de ver el mundo real. ¿Me entiendes ahora?

La tormenta había cesado por fin. El fulgor de la ciudad se desvanecía a nuestra espalda y estábamos sumidos en una oscuridad casi total.

—¿No has salido del Campamento Mestizo desde que tenías siete años? —me pregunto.

Ojos Azules ~Percy Jackson~Where stories live. Discover now