Epilogo

844 151 42
                                    


ARIS

Mientras me encontraba con Mazklan, sentados en el parque, esperando a que Marci, su tercera hija más pequeña de siete años, terminara de jugar con sus amigos, nosotros nos encontrábamos hablando.

—En este aniversario estaba pensando en volver a retocar las tumbas de nuestros padres, los arboles pintados y abrazados ya se están deslavando— dijo mientras comenzaba a sacar dos helados que habíamos comprado antes de sentarnos, era raro, pero hoy cuando Mazklan salió de la oficina y me lo encontré en el pasillo, luego de haberme dicho que iba a venir al parque, no podía quitarme una sensación, así que decidí venir.

—Me parece bien, yo hago la cita con...— en ese momento, frente a nosotros, dos niños pequeños chocaron, uno de aparentemente seis años y el otro de siete que iban corriendo en sentido contrario.

—¡Auch! — susurraron los dos mientras sobaban su frente.

—¿Están bien? —preguntó mi hermano y cuando giraron su vista a nosotros y nos sonrieron y asintieron, ambos nos quedamos mudos.

Dos pares de ojos más que conocidos nos miraban y nos habían dejado congelados en nuestro lugar.

Mi hermano apretó un poco el helado, el primer helado que comía desde la muerte de papá Lance y que hoy había sentido una sensación de querer comprarlo.

—Discúlpame, eres muy bonito y acabo de arruinar tu frente con un bulto— le dijo el más grande al pequeño mientras tocaba su frente y en cuanto se tocaron, ambos se quedaron mirando un minuto. —Te encontré— le susurró el niño Lance al niño Marshall mientras a este ultimo le brillaban los ojos.

—Lo hiciste— dijo mirándolo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, y Mazklan seguía mudo.

Y cuando ambos levantaron la mano para tocarse la pequeña hinchazón de sus frentes lo notamos.

Mis padres tenían un tatuaje en particular que compartían, a parte de sus nombres, era un corazón en su muñeca, y esos niños, lo tenían como marca de nacimiento, ahí estaban, dos marcas en forma de corazón, si su parecido no nos convencía, la marca lo hizo.

—¡Terance! —gritó una mujer en jeans y jadeando —Cariño, no te alejes de mí—

—¡Sasha Loret! Te he dicho que por más que corras, no encontraras rápido lo que buscas cariño— dijo otra mujer acercándose.

—Ya lo encontré— susurró el niño de nombre Sasha.

Y sin más, me solté a llorar.

Se habían encontrado, mis padres se habían encontrado de nuevo. 


FIN


....................................................................


PAPARAZZIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora