Capitulo 30:

802 41 20
                                    

Aquella noche Harry y Ginny recibieron tratamiento de héroes en la sala común de Gryffindor. Fred y George, con gran osadía, le habían hecho un encantamiento de ampliación a la portada de El Quisquilloso y la habían colgado en la pared, de modo que las gigantescas cabezas de Harry y Ginny presidían la reunión desde lo alto, y decían de vez en cuando cosas como: "LOS DEL MINISTERIO SON UNOS IMBÉCILES" o "TOMA ÉSA, PERRA UMBRIDGE" con voz atronadora. Hermione no lo encontró muy divertido; dijo que le impedía concentrarse, y acabó acostándose temprano de lo fastidiada que estaba. Ginny tuvo que reconocer, pasadas un par de horas, que el póster ya no resultaba tan gracioso, sobre todo cuando empezaron a agotarse los efectos del hechizo parlante y sólo gritaba palabras inconexas, como "IMBÉCILES" y "UMBRIDGE", a intervalos cada vez más frecuentes y con unas voces cada vez más alta. De hecho, aquellos gritos comenzaron a producirle dolor de cabeza, y a Harry la cicatriz volvía a molestarle mucho. Al final, pese a las exclamaciones de desilusión de los estudiantes que estaban sentados a su alrededor y que le pedían que reviviera su entrevista por enésima vez, Harry anunció que él también necesitaba acostarse pronto.

Aunque Ginny insistió en que se quedara con ella para aliviarle el dolor con algunos masajes, Harry negó con dulzura la oferta y se fue. Ginny se sintió demasiado inquieta, y como no quería seguir hablando con sus compañeros una y otra vez de la entrevista, también se despidió y fue a su dormitorio.

Allí, se cambió lentamente el uniforme a un pijama y se metió en la cama soltando un suspiro. Se sentía un poco mareada, pero tras unos segundos se dio cuenta de que eran los sentimientos de Harry.

"¿Estas bien?" le preguntó preocupada.

"Si..."

Harry se escuchaba demasiado inseguro y tampoco dijo algo más. Ginny se vio más preocupada, pero notó que él se había quedado dormido, así que se tumbó sobre un costado, cerró los ojos y se quedó dormida al instante...

Estaba de pie en una habitación oscura con cortinas, iluminada con unas pocas velas, y parecía estar sola. Sin embargo, cuando Ginny se volvió, se llevó el susto de su vida al notar que allí estaba el mismísimo Lord Voldemort, con su rostro pálido y ojos penetrantes, agarrando con ambas manos el respaldo de una silla que tenía delante. Eran unas manos blancas de largos dedos, como si no hubieran visto la luz del sol durante años, y parecían enormes y pálidas arañas contra el oscuro terciopelo de la silla.

Ginny retrocedió sintiendo como el corazón se le aceleraba y el estómago se le revolvía, pero una alarma en su cabeza encendió la curiosidad, que le obligó a quedarse quieta. Entonces, vio que frente a la silla y Voldemort, bajo la luz que proyectaban las velas, estaba arrodillado un hombre que llevaba una túnica negra.

--Al parecer me han aconsejado mal-- decía Voldemort, con su voz fría y aguda, cargada de ira.

--Le ruego que me perdone, amo-- respondía con voz ronca el hombre que estaba arrodillado en el suelo. La luz de las velas se reflejaba en su nuca. Estaba temblando --No te culpo a ti, Rookwood--

Voldemort soltó la silla, pasó junto a ella y se acercó al hombre que estaba encogido de miedo en el suelo, hasta situarse enfrente de él en la oscuridad, y miró hacia abajo.

--¿Estás seguro de lo que dices, Rookwood?-- preguntó.

--Sí, mi señor, sí... Yo trabajé en el Departamento después..., después de todo...--

--Avery me dijo que Bode podría sacarla de allí--

--Bode jamás habría podido tomarla, amo... Bode debía de saber que no podía... Sin duda fue por eso por lo que se defendió tanto contra la maldición Imperius que le echó Malfoy...--

Nuevo Comienzo (5 Libro) (Hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora