Capitulo 42:

570 37 22
                                    

Maratón 3/4:

El suelo de la cabina telefónica tembló y esta fue descendiendo hacia la profunda oscuridad. Sin embargo, Lily Potter se mantuvo en su puesto, con un rostro serio y decidido, sosteniendo contra su pecho con una de sus manos una carpeta llena de anotaciones sobre lo que debía decir en poco tiempo. Aunque, tenía el discurso y las palabras clave en su mente. Siempre había sido buena para las exposiciones y ni hablar de su inteligencia.

Ese día, se había colocado su mejor vestimenta y la más elegante, incluyendo unos tacones negros que le había regalado su esposo hacía unas cuantas navidades. Desde que se había casado no había vuelto a usar tacones, porque usarlos durante los duelos repentinos era demasiado incómodo, además de que siendo mitad ama de casa y mitad dueña de muchas tiendas de ropa muggle, debía mantenerse siempre en movimiento, por lo que era preferible estar cómoda.

Mientras la cabina telefónica seguía hundiéndose en la tierra, no podía ver ni siquiera sus manos o sus pies; solo oía un monótono chirrido que, pese a lo irritante que era, no podía desconcentrarla de su objetivo o de lo que estaba por hacer. Se sentía, por primera vez en mucho tiempo, decidida de hacer verdadera justicia.

Pasados unos diez minutos o más, un resquicio de luz le iluminó los hermosos tacones, luego fue creciendo de tamaño y subió por el cuerpo de Lily hasta iluminarle los ojos. La pelirroja tuvo que parpadear un poco para acostumbrarse a la luz, pero eso no disminuyó su porte serio y firme.

--El Ministerio de Magia le desea un buen día-- la saludó la voz de mujer.

La puerta de la cabina se abrió sola y Lily salió hacia el largo y espléndido atrio, que ahora se hallaba con un tráfico considerable de trabajadores. No obstante, apenas el golpeteo de los tacones de Lily se hizo notar y rebotó en la estancia casi silenciosa, la mayoría de las personas giraron la cabeza, entre sorprendidos y curiosos.

Lily permaneció impasible, y siguió su camino por el atrio, alzando la barbilla y apretando la carpeta contra su pecho. Estaba decidida, y nadie podría detenerla. Tenía la leve sospecha que el porqué de su visita se había difundido por todo el Ministerio; eso explicaría porque la miraban con tanta atención. Y es que antes, al entrar a la cabina telefónica y decir su nombre, no fue necesario que se le entregara ninguna chapa cuadrada, que era el reglamento para cualquier visitante. Tampoco se le había exigido que se sometiera a un chequeo de su varita, y pasó por un lado del mostrador de seguridad, sin que el mismo guardia dijera absolutamente nada.

Todos estos acontecimientos, eran más que suficientes para que Lily se sintiera satisfecha de sí misma.

Pasó por un lado de la fuente del atrio, que ahora se encontraba vacía y sin estatuas por el incidente de hace poco con Voldemort, llegó hasta un ascensor y las puertas doradas del mismo se abrieron apenas estuvo enfrente; luego pasó y presionó el botón número nueve. Afuera, los empleados del Ministerio casi habían detenido sus labores para observar como la hermosa mujer entraba el ascensor, y Lily no se molestó en mostrar emoción alguna, hasta que el ascensor comenzó a descender y desapareció de la vista de los demás.

--Tú puedes-- susurró para sí misma, aguantando el nerviosismo y la idea de fallar.

No, se dijo en su mente. No iba a fallar. Después de todo, tenía el apoyo de una mayoría, además de que el profesor Dumbledore estaba de su lado. Nada saldría mal.

Por unos instantes pensó en lo que le diría su esposo si estuviera allí con ella y adivinara su nerviosismo. Probablemente sería un simple "Todo va a estar bien", pero viniendo de él, era más que reconfortante.

--Departamento de Misterios-- anunció la voz femenina.

El ascensor se detuvo traqueteando y las puertas se abrieron. Ante Lily se presentó un corredor largo y distinto, pero conocido para ella. Las paredes estaban desnudas; no había ventanas ni puertas, aparte de una, negra y sencilla, situada al final. Lily sintió un escalofrío al fijarse en esta última puerta, pero no hizo caso y salió del ascensor, doblando hacia la izquierda cuando una abertura que conducía a unos escalones se le apareció.

Nuevo Comienzo (5 Libro) (Hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora