53.

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Wanda.

—¿Cómo vas con terapia? — preguntó el entrenador mientras yo me quitaba las rodilleras. 

—Uh, bien. Gracias.

No me tomaba por sorpresa, pues el entrenador siempre estava bastante pendiente de mis procesos, ya que debí presentar los papeles de la psicóloga ante la gente de la universidad que me becó. Es una mierda que la salud mental que tienes pueda llegar a afectar que te seleccionen o no, por suerte el entrenador ha hecho lo necesario para que mantenga mi rendimiento y los beneficios. Mis calificaciones siguen bien por suerte.

—¿Sientes que mejore algo?

—Un paso a la vez, maestro.

Él asintió.

—Ya quiero verte en campeonatos importantes, hija. Espero que vengas a visitar al viejo Howlett de vez en cuando.

Sonreí de costado.

—El viejo Howlett sabrá más de mí que mi familia, de eso no se preocupe.

Él enarcó una ceja observando la entrada del gimnasio.

—Vienen por ti.

Levanté la mirada y guardé mis rodilleras en mi bolso. Vi a Yelena y Natasha sonreír desde allí.

Sonreí por inercia y el entrenador comenzó a reír. Enarqué una ceja.

—Los ojos nunca mienten, Wanda. Nos vemos mañana. Pasa por la entrada y pide que cierren el irte.

—Nos vemos, maestro Howlett.

Él se alejó mientras Yelena corría hasta mí enseñando su sonrisa con un pequeño diente creciendo en el espacio vacío.

—¡Mira, Wanda, mira esto! — dijo emocionada.

—¡Wow, peque, eso es asombroso! — me acerqué a ella y observé con detalle. — Ya estás comenzando a evolucionar de un pequeño bebé a un bebé algo más grande.

—¡Ya, que emoción, verdad!

Asentí. Me puse de pie para quedar delante de Natasha, ella sonrió.

—Hola.

—Hola, linda. — me acerqué a ella para abrazarla. Me correspondió. — ¿Qué tal estuvieron sus clases?

—No me quejo. — dijo Natasha. Yelena bufó.

—Ya deseaba venir aquí.

—Ha estado muy impaciente desde que sabe que iríamos a comer helado...

—¿Ah, sí? ¿Mi peque me ha extrañado? — pregunté tomándola en brazos. Ella asintió mientras se aferraba a mi cuello. — Bien, iré a darme una ducha, luego de eso, podemos irnos.

—Te esperamos. — murmuró Natasha y yo la observé fijamente. Yelena sacó mi móvil desde mi bolsillo y huyó a las bancas. — ¡Yelena!

Tomé la cintura de Natasha antes de que ella decidiese perseguir a la pequeña.

—Hey. Yo la he dejado... Así nos dará tiempo a solas en la ducha. — le guiñé el ojo. Ella se sonrojó.

—Eres una idiota.

—Así te gusto.

—Y mucho.

Sé que fue sincera. Lo noté en la forma en que sus ojos atigrados me vieron tan directamente sin dejar de brillar un sólo segundo.

Y deseé besarla allí mismo, decirle todo lo que me sucedía cada que la tenía cerca y que aparentemente nadie había logrado borrar lo que sentía por ella, incluso luego de tantos meses... Ni siquiera Melina...

Teacher's pet. [Wandanat]Where stories live. Discover now