Capítulo 22

614 49 7
                                    

Subí apresuradamente las escaleras, mientras escuchaba voces detrás de mi. Pero no quería estar allí. 

Empecé a sentir como las paredes se empezaban a agolpar a mi alrededor y sabía lo que se venía después y no quería que él estuviera delante.

—Por favor Abby, quédate—Me pidió y negué con la cabeza.

—Que te follen—Le dije y me giré. Travis estaba delante mío junto a sus amigos cuando fui a cruzar el pasillo.

—¿Ya te vas?—Me preguntó Travis—¿Vais a algún lado o por qué mi hermano está tan elegante?—Preguntó Travis riéndose mientras miraba la toalla que llevaba su hermano en la cintura.

—Cállate a la boca—Le espetó Nate—No te vayas, por favor.

La chica subió por la escalera poniéndose la camiseta bajo la mirada de todos y salió por la puerta avergonzada. Que le jodan.

Travis empezó a reírse.

—Ahora sí que la has cagado—Le respondió aún riéndose.

—Me voy—Dije caminando hacía la puerta.

—Espera—me pidió Nate y negué con la cabeza.

—Paso de ti Nate—Le dije—Vete a la mierda, ¿lo quieres así o más claro?—Seguidamente salí por la puerta y me subí al coche.

Respiré tratando calmar todas las emociones que se estaban agolpando en mi pecho. Supongo que ya había olvidado la versión desagradable de Nate. Pensé que quizás conmigo era diferente, pero ya veo que no. Siempre ha sido el mismo tío que hace mierda todo lo que toca.

Quizás había empezado a compadecerlo y a pensar que él era el villano de una historia mal contada, pero ahora me quedaba claro quien era Nate Jones. 

Con una de mis manos temblorosas sequé las lágrimas que corrían por mi mejilla y me propuse emprender el camino a casa.

...

Al llegar a casa, supe que algo malo estaba pasando. Papá estaba cargando las maletas en su coche y mamá lloraba descontroladamente en el asiento del copiloto.

—¿Por qué no coges el teléfono?—Me gritó mi madre

—No lo escuché—Le dije y miré a papá—¿Qué pasa?

—Tu abuelo acaba de fallecer Abby—Dijo mi padre—El avión sale en una hora, así que súbete al coche.

...

Lo malo de las desgracias es que ocurren todas de golpe. Cada día tenía más claro que a pesar de que el universo no gira entorno a nosotros, le parece gracioso jodernos cada día.

Durante el vuelo a california, donde estaban nuestros abuelos viviendo ahora, Landon y yo no intercambiamos palabra. Solo nos ofrecimos una mirada en todo el camino y fue suficiente como para ahogarme en lágrimas. 

No podía asimilar todo de golpe. Simplemente no podía.

Habían pasado algunos días después del funeral de mi abuelo. Mamá y mi abuela estaban destrozadas. Papá y Adrián actuaban como si todo fuera a ir bien, pero ambos sabían que nada estaba bien.

Ya se había convertido en rutina venirme a la playa después de la cena y mirar al mar mientras que mi mente me consumía.

Había una voz en mi cabeza que me repetía una y otra vez que Nate no era así y que le cogiera las llamadas. Pero esa misma voz me decía que siempre supimos que Nate nos jodería. 

Lo bueno de sobrepensar las cosas, es que las anticipas y te preparas para el golpe.

Lo malo es que nunca te prepara para dos golpes juntos.

Mi móvil empezó a sonar. Era Nate.

Deslicé el dedo en el botón rojo como ya había acostumbrado a hacer desde hace días y volví a mirar al mar.

Alguien se sentó a mi lado.

—No sé que habrá pasado entre tú y Nate—Dijo Landon y lo miré. 

No le había contado nada ni a mis padres ni a él. No tenía sentido preocuparlos por esto ahora.

—No ha pasado nada

—Y yo me chupo el dedo—Dijo Landon con el dedo en la boca y me sacó una sonrisa—De verdad, no sé que habrá pasado ni pretendo sonsacarte, pero necesito salir esta noche. No aguanto más esta casa.

—Podríamos salir un rato a tomarnos algo

—Necesito fiesta Abbigail—Dijo Landon cogiéndose de los pelos—Llevamos una semana encerrados en esa casa llorando como energúmenos. Salgamos y desahoguémonos.

—Me has convencido—Dije riendo y Landon se levantó aplaudiendo.—¿Qué propones?—Le pregunté

—He visto antes una discoteca de puta madre, ya verás

...

Llevábamos una hora dando vueltas con el gps y ni rastro de ninguna discoteca.

—Te voy a matar—Le dije cuando saltó la reserva del coche—¿Me quieres explicar dónde está la discoteca?

—Estaba ahí, lo juro—Me espetó y negué con la cabeza. Mi móvil empezó a sonar de nuevo. No hacía falta que mirará quien era, llevaba todo el día llamándome.

—Cuélgale—Le dije a Landon mientras conducía hasta la gasolinera más cercana—¿Qué haces?—le dije viendo como descolgaba el teléfono y se lo pegaba a la oreja.

—Abby no está disponible en este momento—Dijo Landon mientras subía el volumen de la radio—¿quieres que le diga algo?—Le preguntó Landon y asintió con la cabeza—Se lo diré cuando haya terminado de comerle la boca al chico con el que está.

Seguidamente le colgó.

—¿Te has vuelto loco?—Le grité 

—Que le jodan—Dijo Landon.

Paré en la gasolinera para repostar. Era ya de noche y empezaba a hacer frío. Cuando el deposito estaba lleno, entré a pagar a la tienda y mientras esperaba, apareció un coche lleno de universitarios tocando la bocina y entrando como una bala a la tienda.

—Nos dejas un saco de hielo—Dijo uno según entró a la tienda.

—Estoy yo primero—Le dije y me repasó con la mirada.

—Perdona señorita, no te había visto—Uno de sus amigos le susurró algo en la oreja cuando fui a pagar.—¿Eres Abby Johnson verdad?¿La hija de Liam Johnson?

No contesté. 

—¿Algún problema Abby?—Me preguntó Landon entrando en la tienda. 

—Ninguno chaval, queríamos invitar a tu piba a una fiesta—Dijo otro chico—Pero si estáis juntos mejor cerramos el pico.

Y como buen hombre neandertal, a Landon no se le ocurre mejor idea que decirles que les seguiremos. Aunque bueno, pensándolo bien, tampoco teníamos mejor plan para la noche.

...

Ig:_lina.sunn_

Si todo lo que soñáramos fuera realidadOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz