CAP 21. MÁS ALLÁ DE LAS HOJAS MUERTAS

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—¿En serio necesitas tanto esa flor? — pregunto Tauriel con desgano cuando Emma le pidió que la llevara al bosque.

—Si, lo siento. Pero es que es la única que da ese pigmento que se parece al color que refleja el atardecer del cielo de Mirkwood.

Llevaba ya algunas semanas acudiendo al solario, y pese a su temor inicial, la verdad es que había acabado llevándose muy bien con aquellos elfos sindar; por supuesto, prefería mil veces más la compañía de su amiga de cabello castaño-rojizo.

Pero a su manera, aquellos otros elfos eran también buena personas.

Además, amaban sus cuentos y escucharla relatar aquellas historias que, aunque no le pertenecían, había decidió trasmitirles para entretenerlos.

Y como pago, le permitieron unirse a ellos y disfrutar de todo lo que eso conllevaba; de hecho, era debido a su reciente cercanía con los elfos que pintaban, que estaba comprometida a conseguir aquel pigmento en la familia de las violetas que le había dicho a Tauriel.

Y no es que fuera un abuso, como su amiga decía; pero le estaban dando tantas pinturas y aditamentos que necesitaban, que cuando hablaron de aquella magnifica flor no pudo evitar proponerse para conseguirla.

Sin embargo, también lo hizo porque no sabia que estaba en los límites con el bosque negro.

Solo pensar en ir le ponía los pelos de punta. Pero no tenia otra opción, solo ella sabría cuando dieran con la flor del color que necesitaba.

—Bueno, pero iremos en mi caballo; tendrás que agarrarte bien a mí, porque si vas en el tuyo podría haber algun percance o ser más difícil si necesitáramos escapar

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—Bueno, pero iremos en mi caballo; tendrás que agarrarte bien a mí, porque si vas en el tuyo podría haber algun percance o ser más difícil si necesitáramos escapar.

Emma asintió, y tras algunas breves indicaciones ambos montaron el animal rumbo a su destino.







No se había dado cuenta que cabalgar por tanto tiempo sin estar en peligro de muerte seria tan cansado; y es que apenas noto el dolor en sus piernas cuando viajo al lado del príncipe Legolas, pero ahora que iba más en calma junto a su amiga, es que podía darse cuenta que aquel temblor de piernas que sintió cuando llego al Palacio, fue en parte por el cansancio de cabalgar.

Por eso mismo, en cuanto Tauriel hizo una pausa la muchacha aprovecho para bajar y descansar un rato.

—¿Por qué no te pusiste algo más cómodo? Era obvio que te fatigarías si llevabas eso puesto — la regaño su elfina amiga —. En serio, si me hubiera dado cuenta que usabas eso debajo de la capa te habría hecho que te cambiaras.

—Lo siento... es que lo olvide. Vine directo del Palacio y no me di cuenta hasta que ya llevábamos tiempo en el camino — se disculpó, y tras negar con la cabeza en señal de desaprobación, Tauriel dejo ir el asunto.

Entre el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora