CAP 51. DEBER

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Aunque no podía negar que le encantaba, todavía sentía como si estuviera haciendo algo prohibido cuando se besaba con Thranduil dentro de las paredes del Palacio.

Aunque no podía negar que le encantaba, todavía sentía como si estuviera haciendo algo prohibido cuando se besaba con Thranduil dentro de las paredes del Palacio

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Por supuesto, tenían todo el derecho y nadie podría criticarla por eso ahora que había sido nombrada como la pareja oficial del Rey de Mirkwood. Pero le resultaba casi imposible no dar un respingo cuando escuchaba que alguien se acercaba, ante la posibilidad de "ser pillada" tan cerca de su Majestad.

Sin embargo, cualquier incomodidad palidecía en contraste con la forma en que se sentía cuando Thranduil la tenia entre sus brazos, y sobre todo cuando la besaba sin reserva alguna. Jamás podría aburrirse de eso, pues si bien ya era un aliciente muy fuerte la perfecta y atrayente apariencia del guapo elfo, no había imaginado que fuera tan bueno besando; sus suaves y grandes manos acariciando su rostro, sus deliciosos labios explorándola con la misma necesidad de la primera vez, lo pequeña y protegida que se sentía cuando era escondida por él debajo de su túnica... había decenas de cosas que amaba de estar con Thranduil y no creía ser capaz de llegar a aburrirse de sus besos.

Incluso en aquel momento que recordaba sus encuentros románticos con el Rey elfo no podía evitar sentir un calor que inundaba todo su cuerpo y que le quitaba el aliento...

—¿Estas bien, Emma? — pregunto Thranduil observándola, mientras este se detenía en el medio del pasillo.

La joven suprimió el impulso de cubrirse el rostro con las manos e intentando calmarse respondió:

—Eh... si, es solo que... ¿no sentiste calor de repente?

—¿Calor? — pregunto de nuevo el rubio confundido — La verdad es que no

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—¿Calor? — pregunto de nuevo el rubio confundido — La verdad es que no. ¿Te sientes ven? — inquirió preocupado, para después extender su mano y pasarle el dorso por encima de la frente.

Aquel gesto no ayudo mucho, sobre todo cuando la joven humana no pudo evitar fijar sus ojos en los tremendamente apetecibles labios de su ahora pareja:

—Mmm... tal vez deberíamos ir a descansar a la habitación...

—Su Majestad— se escucho una voz femenina que acababa de doblar por el pasillo hacia ellos.

—Su Majestad— se escucho una voz femenina que acababa de doblar por el pasillo hacia ellos

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Entre el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora