CAP 34. SACRIFICIO

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—¿Dónde esta la maldita mujer? — pregunto quién que parecía ser un Narlok muy malherido.

—¿Importa? No vinimos aquí solo por ella — respondió otro enano, uno quien no había sido del grupo original de los cuatro que la raptaron.

—¡Claro que importa! — grito su compañero, mientras apuñalaba a un lugareño con su espada — Por esa perra es que estoy tan herido ¡Debe pagar!

Había tardado varios días rastreándola hasta que finalmente la encontró. Ahora nada lo detendría de que cobrara su venganza; si bien, también estaba ahí para hacerles pagar a esos hombres que los atacaron como ratas aquella noche, ese era un placer secundario comparado con todo lo que le harían a esa despreciable mujer.

—¿Quieren seguir viendo como se quema su preciosa aldea? Me imagino que no — decía el enano a los habitantes, quienes luchaban contra él y sus compañeros, además de intentar apagar el fuego al mismo tiempo — ¡Pues entréguenos a la mujer forastera! — les exigió, mientras continuaba haciendo estragos en el lugar.














Emma que estaba escondida junto con Evy y su madre, escucho aquello, pero las mujeres de inmediato la hicieron desistir de ir:

—No, no servirá que vayas — le dijo Erled a la muchacha, mientras permanecían agachadas —. Esos tipos seguramente no cumplirán con su promesa, aunque te entregues quemaran la aldea como venganza, es inútil que te sacrifiques. Lo único que podemos esperar es que Urend y los demás acaben con ellos.

La joven no se quedo muy convencida con aquel argumento, aún asi decidió esperar un poco más mientras rogaba que la suerte estuviera del lado de la gente de Eryon.

"Debí marcharme en cuanto pude", se reprendió a si misma con una tremenda culpa.

No pudo evitar entonces recordar lo buenos que habían sido con ella, y como el destino les había pagado trayéndoles la destrucción a su hogar; ellos sobrevivieron a muchas cosas antes de que ella llegara

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No pudo evitar entonces recordar lo buenos que habían sido con ella, y como el destino les había pagado trayéndoles la destrucción a su hogar; ellos sobrevivieron a muchas cosas antes de que ella llegara. Eran pobres claro, pero sanos y salvos.

¿Qué derecho se creía que tenía para haberles traído la desgracia?

—Mamá, se esta quemando el techo — anuncio Evy, sacando a Emma de sus pensamientos.

—Salgamos por la puerta de atrás — les indico la mujer.

De inmediato, y antes de que el humo llenara la choza, las tres dejaron el lugar a hurtadillas con mucho cuidado de no ser vista por los intrusos.

—¡Mamá! — grito Evy cuando salió.

Emma de inmediato miro hacia la dirección donde estaba la atención de la aldeana, pero su corazón dio un vuelco al ver la escena frente a ella: era Urend, quién estaba muy malherido, a punto de ser colgado por dos enanos.

—¿En serio quieres esto? ¿Asi le pagaras a la persona que te salvo? — la desafío el líder de ellos, ese al que había disparado en Mirkwood — Sino te entregas ahora, juro por mis ancestros que colgare a este pobre diablo y después lo quemare hasta los huesos.

Entre el bosqueWhere stories live. Discover now