2. Ausencia

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«La ausencia podría haber debilitado su amor y le habría parecido conveniente olvidarlo; pero ella no tenía ninguna duda de que ese amor existía.»,
Sentido y Sensibilidad , Jane Austen

Yo era de esas niñas a las que nada le negaban cuando pedían algo. Mi padre, Wilfred Jonhson, solía conseguir todo lo que mi boca era capaz de pronunciar, ganándose muchos reproches por parte de mi madre, quién aseguraba que tarde o temprano terminaría por convertirme en una rebelde.

Siempre se preocupó por hacer de mí una niña feliz. Solíamos irnos de poseo con frecuencia, y cuando ingresé a la universidad se ofrecía a llevarme manejando después del fin de vacaciones, aun cuando eso le tomara diez horas de viaje. Siempre pensé que aquella era una excusa para pasar más tiempo conmigo. Wilfred me enseñó el placer de comer con alegría y de crear nuevas aventuras dignas de ser contadas en la vejez.

De ahí nació mi anhelo profundo por viajar a todos los lugares, anhelo que de un momento a otro se esfumó el día en el que me dieron la desgarradora noticia de su muerte. No podía viajar sin él, más bien, no quería hacerlo.

Por esa razón, me resultó muy incómoda la presencia de Isaac Taylor en la editorial; para empezar, su padre había sido el responsable de la muerte del mío. ¿Cómo debería sentirme ante eso? Exacto, lo mejor era permanecer muy alejada de él, pero en este caso, era casi imposible. Él era el nuevo jefe.

Me observó con el mismo rostro de sorpresa que el mío, pero lo disimuló con mucha naturalidad, procediendo a saludar a todo el personal de manera muy amable.

Su hablar detonaba seguridad; algo que me sorprendió ya que se trataba de alguien que había salido de las penumbras de una vida oculta. ¿Realmente se trataba del muy famoso escritor?

Con un mal sabor de boca, me retiré de la sala justo después de que acabara la reunión. Las cosas podrían mantenerse de buena manera si evitaba toparme con él, aunque eso no fue para nada sencillo.

—Amelie. —me alcanzó en el pasillo. —¿Podemos hablar por unos minutos?

No supe que responder. Me había quedado paralizada sobre mi sitio dudando entre lo que era prudente y lo que no, sin embargo, al cabo de unos segundos de puro silencio, me vi aceptando a su pedido con un leve asentimiento.

Caminamos hacia la sala de descanso, considerando que aquel sería un buen lugar para poder charlar sin ser interrumpidos. Sea lo que sea que teníamos por decir, era demasiado personal e incómodo para ambos.

—Jamás pensé que me toparía contigo aquí. —habló. —Espero podamos trabajar tranquilamente y dejar los temas familiares y del pasado dónde pertenecen.

Una considerable distancia nos separaba a ambos, cómo si una barrera nos impidiera estar cerca.

Me veía a mí misma reacia ante sus palabras. No quería trabajar con él; su familia había destruido la mía ¿Cómo es que de pronto tendría que convivir con el hijo del asesino de mi padre con mucha normalidad?

—Mientras te alejes lo suficiente de mí, todo estará bien. —respondí finalmente. El pareció entenderlo y movió la cabeza un tanto pensativo.

—Está bien. —dijo. —Que tengas buen día.

Sin más, salí de aquella sala y comencé a caminar en dirección a mi oficina, dispuesta a concentrarme en mis propios asuntos y dejar de meditar en su presencia.

Sabía que él no tenía la culpa de nada, pero simplemente no podía relacionarme con él como si se tratara de un viejo amigo y compañero de clase. ¡Dios! Por la culpa de su padre pasé dos largos años de mi vida en terapia. Me resultaba muy difícil y lejano el olvidarlo todo y volver a empezar.

...

No era de esperarse que en los siguientes días la mayoría de las conversaciones entre la gente de la editorial rondaran sobre la notoria presencia de cierta persona.

—Es tan guapo.—Amanda parecía admirar a Isaac cada vez más. Obviamente no le había contado nada acerca del pasado que nos envolvía a los dos; ella era una de las personas en quienes más confiaba, pero debía admitir que a veces podría soltar información con mucha facilidad. No quería habladurías que involucraran a Isaac conmigo.

—No es la gran cosa. —comenté, aunque no podía dejar de admitir que el joven era muy apuesto; muy diferente a cómo había sido en la escuela. Ya no tenía sobrepeso y usaba gafas mucho más acordes a su rostro.

—Qué mentirosa eres, Amelie. Admite que es lindo.

Nos encontrábamos en el gran comedor del edificio, almorzando tranquilamente con nuestras bandejas llenas de comida.

Lo observé a la distancia. Estaba ahí, comiendo con tranquilidad en una mesa solitaria. No miraba a su alrededor, parecía concentrado tratando de leer la revista que tenía en la mano izquierda.

—He visto chicos mejores. —respondí volviendo la vista a mi comida.

—¡Claro! Ahí viene uno, mira—comentó ella con sarcasmo.

Levanté la vista hacia la persona que venía caminando hacia nosotras. Jack Weston era un amigo nuestro desde que habíamos entrado a trabajar en la editorial hace tres años. Ese día lucía sonriente, como de costumbre; su cabello rizado se tambaleaba ligeramente mientras caminaba, haciéndolo lucir muy animado y confiado.

—Hola chicas.—nos saludó tomando asiento.

—Hola Jack ¿Qué tal todo?

—Bien. Me preguntaba si querrían acompañarme a una reunión más tarde...

—¿Hablas de una fiesta?—La verdad es que la idea no me emocionaba mucho. Tenía que terminar de editar un libro para su publicación la otra semana. Isaac había sido muy claro en eso. Nada de demoras.

—Bah, no seas aburrida, Amelie.—Me reprochó Amanda.—Necesitas distraerte un poco del trabajo.

—Saben que la otra semana publicarán los libros nuevos; creo que no es momento de irnos de fiesta, menos si mañana tenemos que regresar al trabajo.

Observé cómo ambos soltaron un suspiro pesado ante mi negativa, y me encogí de hombros después de eso.

—Volveré a mi oficina.—Hablé poniéndome de pie con la bandeja en mano.—Quizás hoy me quede más horas de lo habitual.

Debía terminar de editar el libro que me habían encargado y tratar de que no se me pasara ningún error o falla posible. No quería que Isaac me llamara y tener que escucharlo hablar más de lo que quería.

Aunque aquella noche, resultó ser todo lo contrario.

...

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El Capítulo de Nuestro Amor © [TERMINADA]Where stories live. Discover now