12. Lo único que lamento

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"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante"

Oscar Wilde.

Para el lunes en el trabajo, llegué con los ánimos renovados. Estaba decidida a buscarlo, a hablar con él y decirle finalmente lo que sentía; más la suerte parecía haberme dejado de lado.

Lo único que sabía de Isaac era que se había ido de viaje a Inglaterra y que nadie sabía con exactitud la fecha de su retorno.

Tomé asiento en mi escritorio con la mirada perdida; la ansiedad parecía querer carcomerme las entrañas ¿Por qué justo cuando quería atreverme a decirle lo que sentía, él tenía que irse?

Pasé toda la semana preguntándome cuando volvería, qué estaría haciendo, o con quién andaría, más las respuestas estaban muy lejanas de mí, a miles de kilómetros lejos.

Por un segundo pensé en la chica de cabello negro. Ella había mencionado que la familia de Isaac aprobaba su relación ¿Y si él había viajado por eso?

Traté de no lucir como una completa desesperada; me estaba adelantando a los hechos sin antes saber con certeza el motivo de la ausencia de Isaac; además, él le había dejado bien en claro a Lidia que no quería nada con ella, o al menos eso es lo que pareció.

Me concentré el resto del día en mis quehaceres. No quería volverme a inundar de trabajo como en las semanas anteriores, aunque la carga era pesada.

...

Los latidos de mi corazón se aceleraron el día en el que lo volví a ver en el comedor. Estaba sentado en su solitaria mesa, como de costumbre, concentrado leyendo quién-sabe-que en la pantalla de su celular.

Isaac Anthonyson no tenía nada que envidiarle a un joven apuesto. Su inteligencia, más que su apariencia, era la peculiaridad de su atractivo. No era de prestarle mucha atención a detalles triviales; mucho menos, a personas que no le interesaban en lo absoluto.

¿Quién hubiera podido resistirse a él cómo yo lo había hecho? Supuse que nadie; y eso, de cierta manera, me causó un tanto de gracia.

Esperé a que la tarde me ayudara en aquel día, y aguardé por él muy atenta a que regresara a su oficina para entrar en ella y finalmente poder hablar de lo que sentía.

Sin embargo, eran casi las seis de la tarde e Isaac no llegaba. Por dentro sentía que tarde o temprano el ansia me mataría, así que no tuve de otra más que dirigirme a la sala de descanso a prepararme un té caliente. Quizás eso lograría tranquilizar mis nervios.

Tomé asiento con la taza entre mis manos; estaba caliente, pero no lo suficiente como para incomodarme al tomarla.

Nunca pensé encontrarme en aquella situación; absorta en mis pensamientos y anhelante de un encuentro que dudaba se realizara, aunque las posibilidades seguían en vigencia.

Alguien abrió la puerta del lugar tomándome por sorpresa. Era él, era el mismísimo Isaac Anthonyson en frente mío.

Pude notar cómo su mirada se entristeció un poco al mirarme; sabía que probablemente aún quería seguir evitándome, pero a mí poco me importaba eso en aquellos momentos.

Dejé a la taza de té sobre la mesa del lugar y me acerqué rápidamente hacia él, agarrándolo del brazo antes de que pudiera marcharse.

Su mirada se conectó con la mía en consecuencia, muy confundido por mi repentino agarre. Sonreí un tanto nerviosa al tenerlo muy cerca de mío, dudando en realizar lo que mi corazón me ordenaba.

El Capítulo de Nuestro Amor © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora