13. El parque de las aguas.

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Explicarle a Amanda la forma en la que habían ocurrido las cosas fue todo un reto; constantemente me interrumpía con frases cargadas de emoción que casi me llevaron a la desesperación, pero no la culpaba, yo habría reaccionado de la misma forma.

Desde aquel día en el que Isaac y yo finalmente habíamos decidido darnos una oportunidad cómo pareja, él se encargaba de recogerme de casa y llevarme a ella de regreso todos los días. No podía negar que cómo novio era muy tierno y que constantemente se preocupaba por mi bienestar, aunque a veces solía exagerar.

—Debemos ir a la enfermería. —me miró con preocupación.

—No es grave. —respondí, tomando un poco de algodón con mi mano libre. —Con esto se me pasará.

—¿Qué no es grave? —preguntó con ironía. A este punto comenzaba a creer que Anthonyson realmente estaba alterado, incluso más que yo. Lo cual era gracioso, considerando que era yo quien tenía herido el brazo.—Se te puede infectar, y hasta puedes morir por eso.

—Deja de armar un drama, Isaac. Es solo un raspón.

Y era verdad. Había sufrido una pequeña caída en el trabajo por caminar distraída, pero no resultó en nada grave.

—Que se te puede infectar.

—No lo hará.

—Vamos a enfermería o te llevaré a rastras. —amenazó.

—No iré. Ya te dije que no es tan grave.

—Te caíste tres escalones. Quizás tengas algún hueso roto y no lo sabes. —rodé los ojos ante su comentario tan exagerado mientras luchaba por aguantarme la risa.

—Anda a tu oficina, Isaac, si te encuentran aquí se armará otro lío.

—¿Ahora no puedo estar en la oficina de mi novia?

—No. No puedes. —negué, empujándolo hacia la salida. —Ya, vete.

—Llevamos dos semanas de novios, merezco más atención. —Se quejó Isaac.

—Ahora no. Estoy herida.

—¿Ves? Lo admites, y aun así no quieres ir a la enfermería. —reprochó él. — A veces me dan ganas de...

Lo observé de frente, esperando a que concluya su discurso, aunque terminó desistiendo.

—Dilo. Yo también tengo ganas de matarte a veces, pero me contengo.

—¡Oye! —Se quejó, mientras yo comenzaba a reírme de su expresión indignada. — Eso no era lo que quería decir.

—¿Entonces?

—Iba a decir que a veces tengo ganas de besarte cuando te enojas. Te ves muy linda con el ceño fruncido.

—Buen intento, Anthonyson, pero igual debes irte o se darán cuenta de que estás aquí. —ordené un tanto divertida, observándolo obedecer a regañadientes.

Me aterraba que todo el mundo se enterase de nuestra relación; en la editorial los chismes corrían a velocidad luz, y lo que menos quería era sentirme incómoda en mi lugar de trabajo. 

Gracias a Dios, Isaac había comprendido mi temor, y acordamos mantener la relación en secreto hasta que llegase el momento adecuado para revelarlo.

...

—¿A dónde vamos? 

Isaac me había invitado a una cita sorpresa, alegando que el trabajo nos quitaba demasiadas energías y que necesitábamos pasar más tiempo juntos.

El Capítulo de Nuestro Amor © [TERMINADA]Where stories live. Discover now