Capítulo 33

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Confesiones

Sasuke miraba la pantalla sin prestar mucha atención a lo que ocurría en la película. Lo único que sabía era que los dos personajes estaban discutiendo sobre quién debía hacer qué. La punta de su dedo índice hacía círculos deformes en el muslo de Naruto, quien apoyaba cómodamente sus piernas descubiertas en su regazo, tumbado en el sofá mientras leía con interés aquel libro sobre el reino fungi con el que estaba obsesionado desde hacía un tiempo.

Había estado pensando en la conversación con su padre, incluso dos semanas después de que ocurriera. A su mente le encantaba revivirla una y otra vez, casi parecía un recordatorio para dejar de pensar que había sido un sueño, un truco de su imaginación o una vil broma que sus pensamientos se habían atrevido a poner ahí.

Todavía no se dignaba a llamar a Itachi, tampoco es que quisiera interrumpir algún momento cursi y empalagoso durante la luna de miel de su hermano. No sería muy respetuoso, y si él fuera el recién casado, su molestia probablemente sería inimaginable.

Sasuke sabía que él, sin ayuda de nadie, debía resolver su dilema y actuar como el adulto que se suponía que era; pero también sabía que no podía quedarse solamente con su propio punto de vista... y por supuesto que sabía que los insistentes mensajes de su madre —que se acumulaban uno tras otro en su chat— eran parte de eso que tanto le aquejaba.

Un dedo travieso picó su mejilla, sus pensamientos se detuvieron casi al instante y los enormes ojos de Naruto le veían intensamente.

—¿Qué dijiste? —preguntó en un murmuro.

Él abultó los labios—. Te dije que es aquí cuando Ironman y Capitán América se enfrentan, es la mejor parte.

Ah, ya lo recordaba.

Estaban viendo la película favorita de Naruto porque él jamás en su vida la había visto, incluso antes de ponerla había dicho cosas como 'no puedo creer que no la hayas visto' y algo más como '¿acaso no eres fan de nada?'

Lo siento—Sasuke revolvió los cabellos rubios y los hizo verse más rebeldes que antes.

Naruto dejó caer los hombros al mismo tiempo que cerraba su libro y un suspiro preocupado salía de él, Sasuke supo en ese instante que era imposible tratar de esconderle algo a su novio, porque, aunque para todo el mundo Sasuke Uchiha fuera algún tipo de robot sin sentimientos, para el rubio era como ese libro del reino fungi que tanto le gustaba leer.

—¿En qué piensas tanto? —preguntó realmente curioso—. Has estado un poco raro desde hace algunos días.

A Sasuke aun le resultaba casi mágico el poder que Naruto tenía cuando se trataba de percibir los sentimientos de alguien.

—Sólo...

Sasuke no sabía qué decir... o tal vez no sabía cómo decirlo.

Y esos hermosos ojos eran difíciles de evadir, difíciles de mentir y difíciles de no mirar.

Maldita sea.

Estaba tan enamorado, se sentía ridículamente enamorado.

—Si no quieres decirlo está bien, te escucharé cuando quieras hablar de ello—susurró con un tono comprensivo—, no tienes que lidiar con todo tú solo, lo sabes, ¿verdad?

Y Sasuke sí que lo sabía, él sabía que haría exactamente lo mismo por Naruto si la situación fuera al revés.

—Le he estado dando vueltas a todo este asunto con mi padre—confesó—. Demasiadas vueltas.

Seguía acostumbrándose a la idea de compartir lo que sentía y lo que pensaba con alguien más que no fuera él mismo, y eso se sentía como quitarse un peso enorme de los hombros. El alivio recorría cada parte de su cuerpo, el hostigamiento acompañado de la sofocante soledad se había evaporado como la neblina desvaneciéndose a través de los calurosos rayos del sol.

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