CAPÍTULO 3

65.2K 4.5K 289
                                    

Las puertas del ascensor se abren, y entro al departamento con Iana dormida en mis brazos

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Las puertas del ascensor se abren, y entro al departamento con Iana dormida en mis brazos. El trayecto desde la casa de mis padres hasta mi departamento, donde acabábamos de regresar hace una semana para ser exactos, fue muy agotador, aumentándole las idas y vueltas hacia el hospital.

Dejo de un tirón la mochila en el mueble sin percatarme si se cayó al suelo o no. Entro a la habitación de mi castañita y la acomodo suavemente en su cama, arropándola con las sábanas. Sin embargo, mi intento queda a medias cuando se levanta de un salto, frotándose sus ojitos somnolientos, mirando a su alrededor hasta percatarse de que estoy con ella.

—Hola, mi amor —acaricio sus mejillas. Sus ojitos me observan con fineza, sonríe mostrándome sus pequeños dientes—. Ya llegamos a casita, ya estás en tu cama.

—Hola, mami. —Sus manitas se pegan a mis mejillas y, después, se acerca con un sonoro ruido para besar mi nariz—¿Me cambias la ropa?, por favor —pide dulcemente—. Por fis, por fis. Di que sí.

—Si me lo pides así, con ese gran besote que me acabas de dar en la nariz, mis ganas aumentan muchísimo más, mi amor. —Le doy un último beso en su frente y me voy hacia el armario, tomando una de sus pijamas de unicornio.

—Esa no, mamita —habla superrápido antes de acercarme—, quiero la de los chanchitos.

—¿El rosado?

—Sip.

Asiento mientras vuelvo a acomodarlo con los ganchos y saco el pijama rosa de estampados de chanchitos.

—Mami.

—Dime, mi amor.

—¿Puedo dormir contigo?

Mi pecho se llena de emoción ante el adorable puchero con la boca que hace.

—¿En la tuya o en la mía? —pregunto, rendida, acercándome a su lado.

—En la tuya.

—Está bien, princesa. Levanta los brazos para que pueda cambiarte.

Eleva sus bracitos y le quito el polo que tenía puesto, acomodándole la camisa de tela de manga corta y hago lo mismo con su pantalón y medias. Luego, tomo su mano para guiarla hacia mi habitación. Sin embargo, ella niega con la cabeza, indicando que prefiere que la cargue en brazos. Así que la levanto y nos dirigimos hacia mi cuarto, que queda al lado de la suya. Abro la puerta y la dejo en mi cama mientras me dirijo al baño para despojarme de la ropa y ponerme el pijama, luego lavo mi rostro, eliminando el poco maquillaje que llevaba durante todo el trayecto del día.

Regreso ya cambiada y me acuesto en la cama. Iana se acomoda entre medio de mis brazos, colocando su cabecita en mi pecho y sus manos alrededor de mi cintura, suelta un suspiro largo por el cansancio.

Paso mis dedos por los hilos sueltos de la gorra de lana que ella se negó a quitárselo cuando la estaba cambiando.

—¿Puedo quitarte la gorra, Iana? —inquiero, tratando de deslizarla poco a poco de su cabeza. Ella niega con determinación—. No puedes dormir con la gorra, mi vida.

MI PEQUEÑO SECRETO - NUEVA VERSIÓNWhere stories live. Discover now