Capítulo 2.

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Había algo inquietante con el expediente que había tenido entre sus manos un momento hace 3 horas, antes de devolvérselo a Wheein negándose rápidamente a participar en lo que sea que tuviese su mejor amiga en la cabeza, y es que desde que leyó el nombre perteneciente a la persona un mar de sentimientos nostálgicos la inundó, a pesar de la presión en su pecho se mentalizó en que era solo una coincidencia, es decir el nombre era similar pero la foto no era la de la persona que recordaba, además es poco probable que ambas se encontrasen en una ciudad tan grande como Seúl.

Por otro lado, qué diablos era eso que había explicados Wheein, ¿Era siquiera legal?, no es un secreto que su bufete no hace reparos en cometer una que otra artimañita con tal de obtener el triunfo para sus clientes y un poco de renombre al ser recomendados por estos mismos, pero esto era extraño o ¿Solo lo veía así debido a la oferta que le estaban sugiriendo? De cualquier forma, necesitaba encontrar la manera de enmendar su error, por el momento se enfocaría en el actual "El estado contra Choi por evasión de impuestos", eso sería suficiente para distraerse.

—¿Qué tal señor Choi? Buenas tardes espero no importunar— Saludó amablemente en cuanto la persona al otro lado de la línea aceptó su llamada.

—Buenas tardes abogada Kim, para nada, de hecho, esperaba su llamada.

—Perfecto, le tengo buenas noticias sobre su caso, me parece pertinente que nos reunamos en persona lo más pronto posible— Comentó la abogada con una sonrisa satisfecha de saber que el desastroso escándalo en el que se había visto envuelta no afectaría su caso más importante después de haber sido rechazada por más de un nuevo cliente durante toda la mañana.

—Sobre eso quería hablar, no creo que sea lo más conveniente para mí y mi empresa que me relacionaran con usted en este momento abogada, es decir después del bochornoso escándalo, ¿Lo comprende cierto? — Contestó el hombre con falso humor, tratando de parecer amable.

Su sonrisa se borró en segundos dejándola con una mueca entre asombro e incredulidad, quién demonios se creía ese maldito evasor de poca monta para juzgarla, a ella una graduada con honores de Yonsei University.

—Comprendo señor Choi, ¿Le parece que reasignemos su caso con otro miembro de nuestro bufete? — Preguntó la cabreada pelinegra entre dientes mientras apretaba el teléfono con rabia reprimida, intentando respirar profundo.

—Claro que no abogada, sería cavar mi propia tumba seguir con los servicios de su asociación de incompetentes— Soltó una risa burlona el hombre.

—Entonces fue un placer trabajar con usted señor, enviaremos su expediente a su nuevo representante legal tan pronto como nos brinde la información para ceder el caso— A pesar de querer matar con sus propias manos al ridículo hombre bajito de mediana edad que tanto detestaba por no dejar de mirarla con deseo en cada una de las malditas reuniones que tuvieron, hizo gala de sus mejores modales ya que por sobre todo ella es una profesional. —Hasta luego.

Al colgar la llamada lanzó el teléfono contra la pared más cerca acompañado con un grito de frustración, para salir de su oficina dando un portazo que asustó a los tres jóvenes residentes que se encontraban en sus pequeños cubículos, los que tras recuperarse del susto decidieron no moverse para evitar la furia de su jefa, ella tenía el objetivo de llegar a la oficina de Jung y no serían ellos los que se interpondrían su camino.

—Jajajaja y eso no es todo, él siguió intentando alcanzarlo con su lengua...—El relato de Wheein y su risa se vieron interrumpidas por la estampida de blasfemias vestida de Versace y zapatillas altas, que irrumpió en su oficina como un huracán—¡Eh! te llamo luego Ailee, cuídate un beso—Colgó la llamada mientras observaba a Kim caminar directa a su bar personal.

—Solar, yo creo que no deberías tomar eso, a ti ni siquiera te gusta el alcohol— Trato de razonar la más baja al ver a su amiga destapar su escoses más añejo y tener la intención de dar un trago directo de la botella.

Dio un largo trago a la botella sin pensar, para al segundo siguiente querer escupir todo, pero tragarlo aun así sintiendo el líquido quemar su garganta, sus neuronas, sus sueños y ambiciones, lista para soltar la frase que empezaría un nuevo capítulo en su vida.

—Dame el maldito expediente y explícame todo Jung...













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