Adara y la piedra filosofal (PJ x HP)

Callejón Diagón

Adara estaba realmente interesada en este mundo que Hecate creo sin consultar. Después de que los Anderson la dejarán ir la profesora McGonagall la llevo a comprar sus cosas, no eran tan raras para ella, pero dudaba que vendieran varitas en las tiendas, tal vez en una de disfraces.
Llegaron a un bar de aspecto destartalado pero tenía algo especial, pudo sentirlo enseguida.
La gente que estaba allí ni siquiera se percató de su entrada, siguieron hasta dar con una pared de ladrillos, la profesora golpeo unos ladrillos y lo que vio no pudo evitar sorprenderla un poco, era un callejón que gritaba MAGIA por todas partes, no estaba segura de por qué pero aunque había visto cosas mucho más grandes algo especial se instalo en  su interior. Caminaron para comprar sus cosas, sus padres habían cambiado dinero normal por el de los magos, así que no tuvieron problema, ya llevaban casi todo, solo faltaba la varita, decidió entrar ella sola a la tienda, era polvorienta y un señor mayor de pelo blanco la esperaba.
- Encantado, no te reconozco, tú eres?- pregunto curioso.
- Adara- respondió seca, no era muy habladora con desconocidos.
- Bien... veamos si encontramos su varita señorita.
El viejo pareció sacar unas cuantas cajas.
Le dio una varita.
- Agítala- dijo confiado.
Hizo lo que dijo, rompió el mostrador.
El viejo le quitó la varita de inmediato mientras ella reprimía una sonrisa.
Después de probar media tienda y romper más cosas de las que se podían contar Ollivander decidió llevarla al almacén haber si alguna varita le llamaba la atención, no lo entendió muy bien pero por intentar.
Las varitas le parecían todas iguales, por un momento un pensamiento la invadió, tal vez ella no podía tener una varita? Nunca lo había pensado, ella había realizado hechizos sin varita toda su vida, ni siquiera sabía que existían, pero algo detuvo sus pensamientos, una varita la hizo girarse, era dorada, casi seguro de oro.
- Y esa?- le pregunto al mago.
Ollivander pareció sorprenderse pero le dio la varita, en cuanto la cogió sintió su magia revolotear por ella, la habitación tembló ante tanta magia pero la varita pareció arreglárselas para disminuir la fuerza.
-Fascinante- dijo Ollivander sorprendido.
- Que es tan fascinante?- se hizo la tonta.
- Esa varita, 29 cm, núcleo de pelo Pegaso, y hecha de oro puro.
La niña asintió un poco dudosa, por un momento dudo, pero por la cara que ponía el hombre eso no era normal.
Chasqueó los dedos y el hombre se desmallo, no la recordaría, puso los galeones en el mostrador y salió de allí.
Al llegar a casa estaba muy cansada, después de ser bombardeada a preguntas por los Anderson, subió para relajarse, en poco tiempo iría a Hogwarts.
Al llegar casi pega un grito, había alguien en su habitación y no alguien cualquiera, era Hecate, la diosa de la magia.
- Hola Adara, le dijo la diosa tensa.
- Hecate- devolvió el saludo igualmente nerviosa.
- Es increíble que estés viva- le dijo la diosa con sorpresa.
- Quién dijo que estaba muerta?- pregunto de broma.
- Te vieron morir todos en directo, la imagen no era falsa Adara- dijo la diosa.
- Claro que no- hizo una mueca- todo era real, excepto lo último, tú magia me salvó Hecate- dijo sinceramente.
- Por que no volviste?- pregunto curiosa.
- Sabes, desde siempre quise saber cómo sería tener una vida normal, no negaré que en algún momento tenía pensado fingir mi muerte para que mientras estaba recuperándome hacer una vida aquí, y luego volver, pero vino Cronos y tuvo que ser por las malas.
- No puedo creerlo- dijo incredula- debería delatarte.
- No lo haras- dijo firmemente.
- Y supuestamente que me lo impide?- pregunto.
- No creo que a los Olímpicos les entusiasme saber que tienes toda una sociedad de magos secreta- sonrió astutamente.
Hecate la miro nerviosa.
- Haremos un trato-propuso Hecate- tú vives aquí, y cuando vuelvas no me delatas.
- Trato hecho, además, tengo curiosidad por tu mundo, que mejor que vivir una vida como humana, que como bruja- dijo riendo.
Hecate la miro.
- Espero que no te estés equivocando.
La diosa despareció dejando a Adara un poco feliz de ver a alguien que sabía quién era.
Con eso en mente se durmió, preparándose para una nueva étapa.