23✨

8 2 5
                                    

El siguiente juego fue de fútbol dónde debía admitir era bueno, consistía en anotarla en una portería que tenía varios huecos.

—Tal vez aquí sea el único lugar en el que me ganes— expresó derrotada y pagó recibiendo el balón.

—Tu puedes— animé sosteniendo nuestras mochilas, ella posicionó el balón en el lugar correspondiente pero falló 4 de los 5 tiros— está fácil.

—Dale.

Tiré y efectivamente fui mejor que ella, anotando 4 de los 5 huecos.

—2-1.

Y sí, la guerra se desató después de eso, cada juego como este costaba lo mismo así que seguimos por un buen rato hasta que íbamos 4-3.

—Eres buena en esto— señalé y avanzamos más hasta que llegamos a una montaña rusa no muy grande pero que parecía divertida, me volteó a ver.

—Debo admitir que nunca me he subido a algo así por miedo pero, ¿te quieres subir?— miré un carro que iba subiendo y asentí sin pensarlo demasiado, estaría bien dejar la competitividad por un momento.

Y así fue como después de comprar los tickets subimos y nos sentamos en el carro, se notaba nerviosa.

—Tranquila, no parece muy fuerte— señalé la barra de metal que nos sostendría cómo seguridad— solo agárrate de eso y estarás bien.

La máquina se activó y empezamos con una vuelta para después subir de a poco hasta la cima.

—Te gusta el color azul, ¿verdad?

—Sí.

—Es que acabo de ver un peluche que te puede gustar, trataré de conseguirlo para ti cuando bajemos— asintió y miró al otro lado.

—Nuestras casas se ven de aquí— señaló distraída sin darse cuenta de que estábamos a punto de girar para comenzar a caer.

—Ten cuidado— pase mi brazo por detrás de ella y la tomé del hombro para hacerla hacia atrás, segundos después comenzamos a girar como locos.

—¡Ahhhhh!— gritó tambaleándose de un lado al otro, quité mi brazo y lo puse al frente pero este rápidamente fue tomado por ella abrazándolo tal cual había abrazado a Patricio estrella minutos antes— ¡esto es increíble!— gritó contenta pero sin dejar libre mi brazo, debía admitir que me sentía un tanto tímido con aquello, supuse que mis mejillas expresaban todo— ¡Ahhhhh!— hubo una bajada repentina que la hizo aferrarse aún más.

—¡Vamos de espaldas!— grité y la caída más alta la tomamos de espaldas haciendo la experiencia todavía más extrema— ¿Estás bien?— pregunté en cuanto frenamos de forma brusca chocando contra otro carro, ella tenía la mirada baja y ya había soltado mi brazo.

—¡Eso fue increíble!— levantó la mirada limpiando sus lágrimas y bajamos mareados, que raro era ese juego— me volveré a subir algún día.

—¿Tan feliz te hizo subirte ahí?

—Sí, tanto que estoy llorando, imagínate— rió y se giró rápidamente a mi para abrazarme— espero que te estés divirtiendo tanto como yo— se separó y no pude negar porque me la estaba pasando como nunca desde hacía mucho tiempo— ahora, vamos a ese lugar que dijiste.

Avanzamos y en cuanto vio el peluche expresó su deseo por tenerlo, sabía que le gustaría, sobre todo después de escucharla decir tantas veces que le encantaban los pingüinos.

—En este juego solo deben hacer que el perro se coma las pelotas, para eso deben presionar esa palanca para levantarlas y que caigan en la boca del cachorro— asentimos y aunque estaba un poco mas caro, eso no nos detuvo— suerte.

GleamOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz