II

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Tsuyu estaba tomándose un día de descanso. Adora ir al colegio, y ama a sus hermanos, pero a veces le gusta tener tiempo para ella misma.

Tenía un chubasquero encima junto a sus botas de ranas, las cuales se llenaban de hierba cada vez que daba un paso. Es lo que tiene ir por el parque.

Le gusta mucho salir cuando llueve, le refresca la piel y es como un soplo de aire fresco. Le relaja mucho.

La joven ranita solo quería llegar al estanque que hay en una parte poco conocida del espacio público. Claro que, nunca pensó que se iba a encontrar con chico en el suelo.

La pobre se asustó un poco, quedándose en el sitio quieta, pero en cuanto vio mejor al muchacho del suelo, pudo ver que tenía que tener casi la misma edad que ella.

Y que casi no respiraba.

La adolescente de pelo verde se deslizó sobre sus rodillas hasta legar al muchacho. Su mano derecha acabó en su cuello, buscando algún pulso con el que pudiera reconfortarse. Aunque lo encontró, era débil, y la piel del adolescente estaba pálida y fría.

Se asustó. Mucho.

Sacó su teléfono con manos ligeramente temblorosas, y marcó el número de emergencias. Habló todo lo rápida y concisa que pudo ser, dándoles su dirección y pidiéndoles que por favor llegaran a tiempo.

Tardaron, o puede que a lo mejor fuera que a ella le pareció mucho tiempo, pero la cuestión es que llegaron. Se llevaron al chico de pelo castaño y traje rojo a la gran ambulancia que podía salvarle la vida.

Agradeció con ojos mojados y mejillas sonrojadas a los médicos de la ocasión, quienes le pidieron su móvil para poder contactarla si el muchacho llegaba a despertar.

Salieron corriendo, y la pequeña ranita se quedó sola bajo la lluvia, preocupada y sin saber que hacer.

Al final, volvió a su casa con paso lento y mente en autopiloto, demasiado preocupada para poder hacer mucho más.

Abrió la puerta de su casa, donde su madre le dio la bienvenida y le hizo una pregunta de la que no estaba preparada:

- ¿Cómo estás, cariño? ¿Cómo ha ido?

Ante esas palabras, sus labios temblaron y las lágrimas salieron a flote por fin, mientras la pequeña adolescente se aferraba al cuerpo de su madre.

Su progenitora, claro, le preguntó con alarma que había pasado.


Demasiadas cosas para ser solo un paseo tranquilo.

Una araña entre héroesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant