Capítulo 4.

119 14 6
                                    

Ambos jóvenes caminaban en completo silencio y el desconocido temblaba de pies a cabeza mientras mantenía su mirada en el suelo, por otro lado, Harry apretaba su mandíbula, aún sentía muchísima rabía contra aquel hombre y no terminaba de entender el porqué había reaccionado de esa forma.

Al cabo de unos minutos llegaron a la casa en la cual vivía Styles. Ambos se adentraron en el hogar y al instante un fuerte olor a tabaco penetró las fosas nasales del más bajo, provocando una mueca de asco en su sonrojado rostro.

El aspecto del hogar era muy deprimente, en las paredes no existía decoración alguna, ni siquiera algún cuadro o retrato. Habían botellas vacías de alcohol por doquier y los sillones estaban destrozados, sin embargo, lucían limpios.

—Dejaré que te quedes esta noche pero al amanecer te quiero fuera de aquí, Clayton. —espetó el rizado mientras se sentaba en uno de los acogedores sofás.

—Mi nombre es Louis, no me llamo Clayton. —mencionó tratando de parecer tan crudo cómo Harry.

El ojiverde soltó una risa ante tan mala actuación y elevó sus hombros sin importancia.

—¿Cuál es tu nombre? —cuestionó Louis con curiosidad, quería saber cómo se llamaba el jovén que lo salvó.

—Harry. —soltó sin más y su mandídula de nuevo se tensó, su cabeza comenzaba a doler.

—Muchas gracias, amigo. En verdad agradezco que hicieras eso por mí, que me defendieras de ese monstruo, él iba a lastim...

Harry aprisa interrumpió al chico, se sentía cansado y lo menos que quería era lidiar con el contrario.

—No somos amigos, que eso quede claro. —soltó indiferente mientras abría una lata de cerveza.— Ni siquiera te conozco, te defendí porque parecías un cachorro indefenso y yo adoro a los Poodle.

—¿Acaso me llamaste perro? —cuestionó completamente indignado, incluso se había cruzado de brazos mientras observaba al mayor beber de la lata sin remordimiento alguno.

—No eres tan bonito como uno, Lucas. —afirmó poniéndose de pie mientras quitaba algunos libros del sofá.— Puedes dormir justo aquí. —dijo dando un par de palmadas en el respaldo del sofá.— No me gusta el ruido durante mis siestas así que te pido que no ronques, al menos no lo hagas fuerte, suelo despertar temprano y agradecería que no estés aquí para entonces, si quieres comer algo no me quita el sueño y, por favor, no me despiertes si necesitas algo.

Louis quedó boquiabierto al escuchar al chico hablar, se sentía avergonzado y un poco (demasiado) humillado pero sabía que no era momento para salir con ideas tontas y dejar la casa del chico ese. Suspiró resignado cuando el mayor se dio la vuelta y se encaminó a otra habitación, fue entonces cuando se tiró en el sofá que Harry le señaló y observó todo con más detalle.

Libros, latas y botellas de cervezas vacías, cenizas de cigarrillo esparcidas a lo largo de la mesilla, un par de tenis desgastados en el suelo, una pecera vacía iluminada en tonos celestes y una libreta vieja manchada de sangre.

¿Eso era sangre?

—Mierda. —susurró el menor al comprobar que realmente se trataba de sangre seca lo que cubría la tapa de aquella libreta, no dudó cuando la tomó entre sus manos y con su índice recorrió el frío cuero. No estaba seguro de querer ver su contenido cuando involuntaria y curiosamente ya estaba pasando algunas primeras hojas en blanco. Al llegar a la cuarta página quedó perplejo de lo que estaba viendo y rápidamente levantó su mirada para encontrarse con algo mucho más aterrador.

Harry se encontraba de pie frente a él con una mirada que Louis no podía descifrar.

Escenas borrosas. (l.s)Where stories live. Discover now