Capítulo 14.

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El día anterior fue sumamente maravilloso, superó la expectativa de ambos. De camino a casa charlaron un poco antes de que Louis se acurrucara en el hombro del mayor quedándose dormido pues quien ahora conducía era Harry.

Había sido una noche especial en la que cada uno conoció un poco más del otro y luego de unos minutos conduciendo por fin llegaron a la casa del mayor. Louis despertó y bajaron de vehículo para adentrarse en el hogar del rizado.

—¿Te quedarás esta noche? —cuestionó el de rizos mientras se giraba para observar al menor de frente.

—¿Quieres que me quede? —preguntó mientras se acercaba al contrario para rodear su cintura con ayuda de sus brazos.— Si es así, me quedo. —dijo con una sonrisa mientras se colocaba en puntas para poder dejar un besito en la mejilla del de ojos esmeralda.

Harry no pudo evitar sonreír ante eso, Louis podía ser un encanto. —Me encantaría que te quedes, creo que eso lo sabes. —habló suave, ahora fue él quien dejó un beso en los labios del contrario, uno delicado y dulce.

Porque eso eran ese par y no querían dejar de tratarse de esa forma, con cariño.

—Entonces tendremos que hacer pijamada aquí en los sofás. —dijo el mayor.

Louis no pudo evitar fruncir el ceño un tanto confundido. —No entiendo... —habló bajo mientras rascaba su nuca.

—Eres alérgico a mi gato, recuerda. —hizo una mueca antes de ladear ligeramente su cabeza.

—Muy cierto, puedo dormir aquí y tú en tu habitación, no hay problema alguno con eso. —aseguró mientras tomaba el rostro de Harry entre sus manos.— Yo estaré bien aquí, ya por la mañana desayunamos juntos, ¿te parece? —cuestionó antes de plantar un besito en la punta de la nariz del mayor.

Harry asintió un par de veces con su cabeza, esa era la mejor opción por ahora, no podía oponerse. —De acuerdo, luego veremos que hacemos para que puedas convivir con Lú, seguro creerás que es un encanto. —dijo orgulloso luego de mostrar su sonrisa más dulce.

Y fue entonces cuando se despidieron con un beso suave y lento, con Harry acariciando las mejillas del contrario con calma y dulzura.

—Entonces, nos vemos por la mañana... —aseguró Louis con una sonrisa de oreja a oreja que hacía que las arruguitas a los costados de sus mejillas aparecieran.

—Nos vemos mañana, dulces sueños, cielito.

Luego de despedirse el mayor se dirigió a su habitación no sin antes asegurarse que Louis tuviera las suficientes mantas para pasar la noche calientito, no quería que por nada del mundo pasara frío.

La noche corrió como de costumbre mientras Harry compartía cama con su pequeño felino, este se acurrucaba en sus pies y amanecía en su cara, Lú era un loco a la hora de dormir.

Llegó la mañana siguiente y Harry abrió sus ojos con pereza cuando los rayos del sol atravesaron el cristal de la ventana, esa noche había descansado muy bien sin importar que no se haya tomado su medicamento, por otro lado, Lú ya se encontraba acercándose a su rostro para comenzar a lamerle una de sus mejillas, seguramente ya tenía hambre.

El mayor rápidamente recordó que Louis descansaba en su sala así que pronto se puso de pie para encaminarse hacia la misma, en donde se llevó una gran sorpresa. El sofá en donde se suponía que descansaba el castaño estaba con sus colchones perfectamente acomodados, las mantas que había dejado la noche anterior se encontraban dobladas y no había rastro alguno de que Louis se encontrara cerca, simplemente no estaba. Harry se sintió desencajado y no pudo evitar sentirse decepcionado, no podía entender el porqué el chico no se encontraba en su hogar cuando la noche anterior le aseguró que desayunarían juntos.

Pronto sacó su celular de bolsillo para enviarle un mensaje, quizá obtendría alguna respuesta a las tantas preguntas que comenzaba a hacerse.

«Louis, desperté y no estás en casa, deseo que no haya sucedido algo malo, espero tu respuesta.»

Tras enviar aquel mensaje dejó su celular descansar sobre la mesilla y se dirigió al baño para darse una ducha. 20 minutos fueron suficientes cuando salió del baño con una toalla alrededor de sus caderas, se encaminó hacia su habitación y se vistió con ropa muy casual, no pretendía salir este día.

Escuchó sonar algo a los lejos y rápidamente se dio cuenta que se trataba de su celular, lo había dejado en la mesa de centro y no dudó en ir por él, quizá se trataba de Louis, era lo más seguro.

Llamada telefónica:

—¿Louis? —Harry fue el primero en hablar.

—¿Quién carajos es ese? —cuestionó la voz femenina.— Soy Flor.

—Hola, Florence. —dijo con simpleza.

—¿Y ese feo humor a qué se debe, Hazz?

—Odio con mi puta vida que me llames de esa forma, lo sabes.

—Discúlpame, ¿puedo pasar a visitarte?

—Me da completamente lo mismo. 

Finalizó la llamada sin esperar una respuesta, realmente odiaba que lo llamaran de esa forma por lo similar que sonaba al nombre de Hazel, a la única persona que le permitía que le llamara de alguna otra manera que no fuera su nombre era a su nana, nadie más.

Pasaron dos horas en las que Harry no supo absolutamente nada de Louis, ni siquiera le había respondido a su mensaje, fue entonces cuando tocaron la puerta y no dudó en ir a abrirla.

—¡Hola, mi chiquito lindo! —dijo con entusiasmo la chica de cabellos rojos mientras se abalanzaba al contrario para atraparlo en un abrazo, ella iba acompañada de un amigo.

—Hola, florecita. —respondió y correspondió el abrazo con una sonrisa ignorando completamente la presencia del chico moreno. Se sentía un poco decepcionado porque esperaba que se tratara de Louis pero no podía negar que la compañía de la chica le hacía sentirse menos miserable.

—Por cierto, quisiera saber quién carajos es Louis, la otra vez que te vi me hablaste de un tal Lucas.

Harry no pudo evitar rodar sus ojos ante su comentario. —Fui olvidadizo, le cambiaba el nombre pero se llama Louis, no existe un tal Lucas, bueno, quizás en algún lugar del mundo hay cientos de Lucas pero... —negó un par de veces con su cabeza, no quería divagar más.

Los tres se quedaron en silencio antes de que Harry volviera a hablar.

—¡Mira, por fin llegó Louis! —dijo el rizado con una sonrisa de oreja a oreja.

Ambos chicos se giraron para ver hacia la dirección en la que miraba Harry y la pelirroja no pudo evitar formar un puchero antes de regresar su atención al mayor.

—Harry... No hay nadie... No hay nadie más que nosotros tres. —habló la chica en un tono bajo mientras buscaba las manos del mayor para sostenerlo.

Y eso fue todo, Harry sintió como su pecho se contrajo y su corazón dejó de latir, no podía estar alucinando, no se podía tratar de su jodida enfermedad de nuevo. Sintió sus piernas tambalear al igual que su labio inferior, se sentía desencajado y por más que lo intentara no pudo evitar cubrir su rostro con sus manos para ocultar las lágrimas que corrían sin permiso por sus mejillas.

Dolía y dolía tanto.

Escenas borrosas. (l.s)Where stories live. Discover now