En medio de la clase

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Capítulo número cinco

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Capítulo número cinco

¿Con cuánta fuerza se debe dar un abrazo, para suavizar un corazón de piedra?
Charles Melier

Respiré recuperando todo el aire que había retenido cuando separé mis dedos de las teclas, mis padres estaban emocionados y felices de verme desde su posición. Había dejado de tocar, las circunstancias me hicieron querer dejar de hacerlo, no quería volver a tomar asiento frente al piano, ni volver a saber tocar un acorde, solo quería morir

Pero mi vida estaba cobrando un poco de sentido, estaba comenzando de nuevo, desde el inicio, desde cero, me estaba dando una oportunidad, para soñar

— Eso fue, wow — dijo papá sonriendo y yo salí del asiento para sentarme junto a ellos — fue hermoso

Mi padre besó mi frente y acarició mi cabello, sus manos, a pesar de ser ásperas y casi siempre estar repletas de callos o abolladuras, se sentían como el tacto del mismísimo cielo, mi papá era mi vida.

— Hija, deberías....

— No la presiones, Marissa — regañó papá y mamá volteó los ojos y luego sonrió, se veían felices

— ¿No vas a probar el estofado de conejo? — preguntó mamá y sentí mi estómago rugir, necesitaba comer algo de forma urgente

— ¿Tiene cebolla? — pregunté, y ,no me juzguen, ¡Por todos los dioses!¡Amo la cebolla!

— Tu porción tendrá más — la felicidad inundó mi corazón, y mi estómago también, ya me iba a dar algo

— Está exquisito — opiné saboreando lo suave que estaba el conejo, perfectamente cocido, las patatas complementaban demasiado bien a la carne

La mezcla de sabores, salados y a la vez algo dulces inundaban mi paladar, y la cebolla, siempre le aporta un toque único a cualquier platillo.

— Mamá ¡Te has lucido! — volví a comentar pero ella tenía los mofletes muy ocupados como para responderme

— ¿Mañana tienes cita, hija? — preguntó ella con toda la intención del mundo, pero la verdad, no me molestaba

— Si, a las tres con treinta — respondí y bebí un sorbo de mi agua, estaba fresca y tenía unos cubitos de hielo dentro

— Qué bien que lo recuerdas — dijo y papá volteó los ojos en blanco ante su comentario

Sonata de amorWhere stories live. Discover now