Ruiseñor.

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Capítulo número veintinueve

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Capítulo número veintinueve

Si mi sonrisa mostrara el fondo de mi alma, mucha gente al verme sonreír, lloraría conmigo.
Kurt D. Cobain

Por un momento sentí que caía en un abismo, sentía las sirenas de una patrulla de policía, escuchaba claxons por toda la autopista y mi rostro estaba un poco adolorido. No recordaba bien lo que había sucedido. Mis últimas memorias son que iba camino de regreso a casa.

Un oficial tocó la puerta de mi auto y yo la bajé con cuidado, me dolía la cabeza y mis brazos estaban adormecidos.

— Buenas tardes, señorita, al parecer ha sufrido un desmayo, por suerte hemos logrado detener su coche — informó el policía con un tono algo autoritario — le ordeno que coma algo antes de seguir con su trayectoria.

— Muchas gracias, oficial, no sé como pude haberme desmayado — dije con toda la sinceridad, había desayunado perfectamente — disculpe las molestias.

— Tenga más cuidado, de todas formas deberá pagar una multa por los efectos colaterales — entendía perfectamente su punto, conduje a baja velocidad por una autopista y me desmayé, es entendible.

— Por supuesto.

Pasaron unos minutos entre lo que pagaba la multa, comía algo y conducía a casa, casi una hora. Pero ya estaba llegando a Leeds.

Leeds lucía hoy especialmente sombría, la nieve no dejaba de caer, los pequeños copos bailaban al ritmo del invierno, la copa de los árboles había abandonado su característico color verde para convertirse en blanca y las personas escaseaban por las calles, como una ciudad abandonada.

Incluso podías tener miedo si nunca habías estado aquí, la primera impresión siempre era tenebrosa. Estacioné directamente en la calle frente a casa de Lucas. Al llamar su compañero abrió la puerta y me recibió con una amigable sonrisa.

— ¿Qué tal estás, Alba? — preguntó de forma cortés y con estima.

— Todo bien ¿Qué tal tú? — cuestioné y el sonrió.

— Igual, el señor raro está en su habitación, y, está de mal humor — informó e hizo un ademán para que subiera a su dormitorio.

— Deseame suerte.

Caminé los escalones hasta arriba y llamé a la puerta con suavidad y sonreí cuando el abrió la puerta, pero su rostro no tenía la misma expresión, más bien parecía algo estresado o frustrado.

— Hola — dije con alegría y el frunció la ceja y me invitó a pasar — ¿Estás, bien?

— ¡No! No estoy para nada bien, acabo de perder mi único empleo y si no consigo otro al menos temporalmente no podré pagar la mitad del alquiler ¡Ay Dios! — comenzó a decir con frenesí y sin apenas respirar.

— Respirar entre tus monólogos al parecer no es una opción para ti — comenté con risa y el golpeó la pared — Calma Lucas, sé donde puedes trabajar mientras encuentras algo mejor.

— Iluminame — dijo Lucas con las manos alzadas a modo de rendimiento.

— Mi padre necesita de alguien que le ayude a escribir sus, lo que sea que sea eso — le propuse y el pareció sonreír con algo de alegría.

— ¿Me aceptaría? — cuestionó dudando de si mismo y de la propuesta que le hice.

— Si, y además de eso, tengo una buena noticia.

— ¿Ah si? Soy todo oídos — mencionó con una mirada diferente y más provocadora.

— Hablé con Eugene, mi ex cuñado, y estuvo de acuerdo con que tu y yo fuésemos este fin de semana para escucharnos juntos — expliqué y el me dedicó un pequeño baile de celebración algo gracioso.

— ¡No lo puedo creer!.

— Si, y además accedió a patrocinarnos si todo sale bien.

El me abrazó con toda su fuerza y me levantó en el aire lleno de alegría y sonrió.

— Eres lo mejor que me ha pasado — confesó y me besó con delicadeza, suavemente como el pétalo de una flor.

— Listo para su clase, señor Lucas.

— Listo, profesora — pronunció con cariño y sonrió, jugueteó con mi cabello y sentía su nariz dentro de el.

Comenzamos la clase, primero con las notas altas y volviendo a las bajas, ensayamos varias sonatas que ya habíamos practicado antes y luego empezamos a agregarle melodía y acordes a las canciones que había compuesto. Cada una tenía un matiz diferente, cada una expresaba lo que las palabras decían.

Soulmate, trataba temas triviales sobre lo que dos personas conectadas significaba, la melodía era suave y lírica, Paradise, hablaba de los sueños que a veces se hacen realidad con unas notas nuevas y diferentes, Gosth of you, era de la muerte de mi hermana, la melodía era triste y con un fondo de violín en honor a ella.

Million reasons, simplemente expresaba lo hermoso que es volver a levantarte cuando todo parece no tener sentido, con millones de razones, la sinfonía era alegre y emotiva, habían más, pero Brown Eyes , esa era solo para el, para el chico de ojos marrones que había robado mi corazón sin siquiera una nota de aviso.

Sus ojos habían visto los míos, no solo mirarlos, el había traspasado mi alma y no tenía una idea de lo mucho que me sanaba el solo verlo sonreír, el era mi medicina, me había enamorado profunda y perdidamente de él.

El era una noche de Inglaterra, la lluvia de los veranos, que provocaba los arcoiris, el era la música clásica y el rock, el tenía matices claros y algunos oscuros, parecía saber acerca de todo, pero todo lo había aprendido por su cuenta, todo el tiempo es fuerte pero a veces se deja ver algo débil o sensible.

No presume lo que hace ni le da méritos a su talento y hermosa forma de afrontar las cosas, escribirle una canción es lo menos que puedo hacer. Pues me encantaría dedicarle el universo y aún así me quedaría en deuda con lo profunda que es su alma.

El es el chico de los ojos marrones que me hizo volver a creer en el amor  el único que logró que mi sonata triste y sin sentimientos que mi corazón tocaba cada día se convirtiera en la sonata de amor que al parecer decidió quedarse grabada allí mismo, donde los sueños se hacen realidad y la imaginación es tu forma de escapar, me encantaría decir que el corazón o algo así, común o trivial.

Pero prefiero lo atípico, el quedó grabado en la música, porque la música jamás se olvida, anima los días de todos y a veces, aunque pueda hacerte llorar, es necesaria para sonreír. El es mi música.

Sonata de amorWhere stories live. Discover now