CAPITULO 11.

594 35 0
                                    

MAXIMILIANO:

Haberla visto con una sonrisa en el cine fue mi mejor paga. Estoy más que feliz de estar junto ahorita con ella. Me sorprendió cuando acepto mi salida.

Me he prometido que haré a un lado este sentimiento, pero eso no significa que lo dejaré ir. Claro que no, solo lo dejaré ahí un rato. Primero quiero ganarme la amistad de Vanessa y ya después viene lo siguiente.

Trataré de controlar mis impulsos.

Apago el motor del carro cuando ya llegamos al restaurante. No está ni cerca de ser lujoso, pero aquí venimos a comer.

Bajamos del auto y entramos a aquel local. La guio hasta una mesa cerca de una ventana. Nos sentamos y viene una mesera.

— Buenas noches. ¿Que se le ofrecen?—pregunta mirándonos a los dos. Sin embargo, no se me pasa desapercibido como mira a Vanessa.

Se que es una belleza, pero gente, disimulen. Como yo *guiño*

— Pues, yo quiero una hamburguesa.—pide comida chatarra Vanesa. Si, aquí hay de todo.

— A mi un pollo broster.—otra comida chatarra.

La señorita lo anota todo en su libretita.

—¿Algo de tomar?—sonrio cuando veo como solo mira a mí acompañante pero a mí no.

— Agua de limón.—pide Vane.

Se retira la mesera y yo comento divertido. La actitud cortante o seria solo la tendré con personas que no conozca o me sienta desprotegido.

— Se ve que la has enamorado con solo una mirada.— Me sorprenda que se ría de lo que digo. Contando con que hoy en la mañana estaba un poco agresiva conmigo. Supongo que ve mis buenas intenciones.

— ¿Tu también te diste cuenta?

— Claro, si te comía con la mirada.

— Para la próxima tendrán que disimular más. Que aprendan de ti.—me guiña el ojo. Estoy seguro que fue de joda. Aún así, ese hecho me genera nervios en todo el estómago. Y me parece raro que haga esas bromas. Pero bueno.

— Ajá sí. —los pedidos llegan y con ello comemos.

— ¡Mhm, está muy rico!—exclama con la boca llena Vanesa.

— ¿Como yo?—pregunto divertido.

— No lo sé, probar para comentar.—dice graciosa, pero cuando se da cuenta de lo que ha dicho se pone rojisima.

— Algún día, preciosa.—joder, es que no puedo.

Sigue comiendo y yo hago lo mismo.

(…)

Ya hemos regresado a casa. Estoy más que feliz del día de hoy. Ha salido mejor de lo que pude haber pensado.

—Buenas noches, Maximiliano.—se retira a su habitación. Cuánto deseo ser yo quien duerma con ella. Pero se que ese sueño no está tan lejos, pronto muy pronto.

— Buenas noches, Vane.—hago lo mismo, subo a mi habitación y me cambio de ropa poniéndome un pijama.

Mi celular vibra avisándome que me están llamando.

— Diga.—contesto sin saber quién me llama.

— ¿Ahora así saludas a tu madre, Maxi?—pregunta mi madre.

— Mamá. ¿Que tal?—digo.

— Todo bien, este viaje era lo que necesitaba después de tanta tortura.

AMOR PROHIBIDO. TERMINADO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora