CAPITULO 28.

386 17 0
                                    



MAXIMILIANO.

Mi fantasía se ha hecho realidad.

Para mí lo más hermoso es despertar y dormir a su lado. Verla tan provocativa, y juguetona conmigo, me pone.

Ya me gustaría gritar a los cuatro vientos que estoy enamorado de ella. Nunca nadie había hecho que mi corazón palpite de tal manera que lo hace con ella.

Los nervios que siento cuando está conmigo son incontrolables, a veces pienso que me pondré a tartamudear de la emoción por tenerla conmigo.

Aún río cuando recuerdo esa gran emoción que sentí cuando la ví por primera vez. O cuando recuerdo lo que hacía para siempre estar a su lado los primeros días.

Desde que la ví aquella noche cuando llegue supe que sería para mí, las cosas se pusieron más interesantes cuando me di cuenta de que era mi cuñada. Pero, ¿Eso me importó para meterme con ella? No. Lo haría mil veces.

Despierto con una sonrisa cuando siento besos por toda mi cara.

— Es momento de salir, cariño.—suspiro como un adolescente enamorado.

—Ya, preciosa. —ella ríe por como lo digo.

Nos levantamos y voy por a hacer pis mientras que ella se queda en la habitación cambiándose.  Cuando salgo del baño la veo poniéndose el sujetador.

Que buena vista, joder.

Ella me sonríe sonrojada.

Saco mi traje negro y me lo voy poniendo.

— Que caliente te ves de negro.

— Siempre me veo caliente.—digo juguetón.

—Confirmo. —rio negando con la cabeza. Me echo un poco de mi perfume y ella me lo quita para echarse en su muñeca.

— Hueles muy rico. —me dice. Alistamos varias cosas para ir a hacer las ayudas sociales.

Salimos de la habitación y el taxi ya nos espera afuera. Subimos a el y esperamos a llegar al orfanato.

Mamá no ha dejado de enviarme mensajes, y más ayer que en la breve entrevista se vio como jale de la mano a Vanessa.

Igualmente solo he respondido lo necesario y justo. Llegamos al orfanato y nos recibe una chica muy sonriente.

— Buenos días, señora y señor Lachey. Pase, por favor.—ingresamos y vemos a varios niños en mesas desayunando tranquilos.

Vanessa y su equipo han traído comida, ropa para los niños. Algunos juguetes para si recreación. Ella se presenta con esa voz tan melodiosa que tiene.

Noto las miradas de curiosidad que me dan los niños, estoy seguro que después Vanessa me dirá porque estuve tan serio.

Felizmente yo no tengo que hablar. Ella empieza a entregarles las cosas a cada niño. Me hago a un costado cuando veo a los periodistas acaparar toda la entrada.

Con orden dejan que entren y empiezan a hacer preguntas a Vanessa. Felizmente solo son preguntas de sus ayudas sociales.

Pasamos toda la mañana aquí  y me obligan a socializar con los niños.

—¿Por qué pareces un Grinch?—me pregunta una niña muy pequeña. La miro y ella se sonroja tímida.

Es la primera que se atreve a hablarme.

— Parezco, pero no lo soy. —ella asiente y sigue comiendo. Cuando levanto la mirada veo a Vanessa sonriéndome.

— ¿Por qué no sonríes?—vuelve a preguntarme. No paso por alto el que su amiguito le ha susurrado algo y ella ha hablado.

AMOR PROHIBIDO. TERMINADO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora