1-Compañía

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Natsu iba contento, tenía ganas de hacer una misión y lo que más le gustaba, no tendría que ir en tren por lo que no iba a marearse. Caminaban por un sendero que atravesaba un largo bosque. Erza iba mirando el mapa para no perderse mientras que Natsu se distraía con algún animal que veía por los árboles hasta que era golpeado por ella.

—Natsu deja de hacer el idiota—advertía ella.

—¡Mira Erza, unos monos jugando!—ella miró en dirección a donde señalaba Natsu y poco a poco empezó a ponerse roja.

Los monos estaban copulando.

—Será mejor que los dejemos solos—dijo roja y arrastrando a Natsu de la bufanda.

—¡Dale caña a esa!—gritó el joven ignorando lo que estaban haciendo.

—¿Cómo puede ser tan tonto?—pensaba ella tratando de hallar la respuesta.

A mitad de camino les pilló la lluvia, una fuerte tormenta que les hizo parar. No encontraban donde refugiarse y debajo de los árboles era peligroso con aquel temporal. El joven al ver un montón de rocas acumuladas improvisó una cueva golpeando con su puño y creando un agujero donde refugiarse. Luego Erza cortó con su espada unas ramas y las juntó en la entrada para evitar la entrada de frío.

—Que bien, podemos estar secos aquí dentro—sacó un pequeño candil que funcionaba con una piedra mágica para alumbrar un poco el lugar. Se podía regular para  simplemente que no diera tanta luz.

—Voy a extender esto en el suelo—la joven colocó unas mantas para evitar el duro y frío suelo.

Erza estaba acostumbrada a estar desnuda junto a Gray y Natsu así que desprendió de la armadura para dejar que se secase. 

—¿Puedes secarme la espalda?—preguntó ella pasando su toalla.

El joven agarró la toalla y comenzó a pasarla como le había indicado ella. La joven fue sintiendo las caricias pues era una tela muy fina. Con las defensas bajas y en aquel lugar bajo la tormenta, le recordaba a una escena de un libro.

—¿Puedes hacerlo por delante también?—le preguntó roja y con dificultad para respirar.

—Claro—Natsu ignorante, hacia caso.

Estaban casi cara a cara. Cuando él limpiaba los pechos, Erza sentía que iba a estallar. Veía al joven de otra manera, el tenerlo cerca, ver su pecho al descubierto con su chaleco, hizo que tuviera unas enormes ganas de besarlo.

Y así lo hizo, sorprendiendo al joven. Fue un beso cálido y suave, acarició los hombros del joven y se tumbo sobre este para continuar besándole con pasión. Al separarse un mínimo, volvió a besarlo con más ganas.

—Natsu...Natsu—era lo único capaz de decir ella.

El joven llevó las manos a las caderas de ella y fue correspondiendo. Era una sensación nueva y extraña, pero que no le desagradaba. Los besos y caricias fueron cayendo mientras besaba los pechos de la joven que trataba de redimir sus gemidos aunque cuando recordó entre el placer y la poca luz que afuera no había nadie y llovía muy fuerte y ruidoso, dejó escapar sus gritos.

Erza fue ayudando a Natsu pues a pesar de no contar experiencia, había leído mucho. Sintió como el miembro del joven entraba en su interior y ocupaba todo haciendo que los ojos casi se le pusieran en blanco.

—¿Duele?—preguntó este un poco asustado.

—Tranquilo, suele pasar al principio—el mechón le tapaba el ojo pero simplemente la cara que ponía ella encendió al joven que continuó mientras ella se agarró a su espalda y le besaba.

Natsu embestía mientras Erza apenas podía mantenerse firme. Aquello era mucho mejor de lo esperado y solo podía dejar escapar gemidos de placer.

Al cabo de un rato, el joven dijo que sentía una sensación extraña, que sentía que iba a estallar y tuvo cierto miedo.

—Que tierno—susurró ella.

Le dijo que estaba bien, que no iba a pasar nada malo y que lo dejase salir todo. Él hizo caso y continuó embistiendo hasta que finalmente llenó el interior de la joven que dio el mayor gemido de placer hasta ahora.

Ambos quedaron desnudos y completamente agotados, tumbados y cubiertos con una pequeña manta, el joven se echó a dormir un poco. Erza apenas aguantaba despierta, sentía sus caderas y piernas temblar como un flan.

—Ha sido maravilloso—pensaba ella mientras sonreía feliz.

Afuera la lluvia aún tardaría en amainar. 

Al cabo de unas horas cenaron pues se les hizo de noche. Se acostaron abrazados mientras escuchaban la lluvia de fondo. Era muy relajante y ella sonrió felizmente mientras de vez en  cuando le daba besos.

—¿Te has puesto rojo?—preguntó ella entre risas.

—No...

—Si...jejeje

Le dio un beso y le dejó dormir en su pecho.

Y así pasaron la noche.

Continuará...

La lujuria de Titania-Natsu x Erza (Narza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora