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[Narra Kena]

Desperté en una habitación desconocida, algo oscura y fría con una escencia divina a vainilla, lo que lograba no asustarme de aparecer ahí, estaba algo cansada y con un leve dolor de cabeza haciendo revuelos a mis pensamientos, no había olvidado la plática que tuve con Izana, el solo pensar en todo lo que reveló de mi familia me decepcionaba, nunca pensé que tía Mei, esa persona que tanto odie, fue la que primeramente pudo liberarme de tan atros persuasión.

Era tan confuso y complicado de tratar, un mar de emociones me consumió, pero algo que en si estaba segura era en que no confiaría en él, que en toda la mierda que reveló dejándome saber su verdadero pasado no me iba a convencer, todo lo que me hizo no iba a morir nunca y el apreció que le tuve alguna vez ya estaba muerto.

Mentiría si no dijera que las palabras de Kakucho no me llegaron, que entiendo por lo que habían pasado esos tres, pero yo no estaba comprometida a volver a unirme a él por capricho de sentirse amado, yo no puedo amar a una persona que aunque mis padres hayan sido quienes fueron, siguen siendo mis padres y si ellos no me hubieran advertido sobre Izana y yo les hubiera hecho caso, toda esta situación no hubiera pasado, pero para mí el amor que le sentía a ese chico en ese entonces lo era todo, era lo único que quería.

Pero ahora todo cambió, yo no puedo volver amarlo, no puedo permitirme volver a sufrir por todo esto, no quiero morir sabiendo que estoy atada a un amor que no podré corresponder nunca más, eso me hace ser culpable, pero ahora mi objetivo era escapar y tratar de vivir mi vida y si Izana se interpone... Alguno de los dos tendrá que morir.

Me levanté de la cama y me dirigí hacia la ventana, el lugar estaba resguardado por muchos guardias y eso sería un problema, el gran portón era abierto siempre por la caseta que estaba cerca y si no conseguía en control, era difícil poder salir.

Suspiré y giré a ver toda la habitación, realmente no era la mía, estar tan sumida en mis pensamientos había hecho que no notará que alguien permanecía en el baño, no había escuchado la regadera y eso había bloqueado el sonido.

De ahí salió Izana con el cabello húmedo y la mitad de su cuerpo ser cubrido por una toalla la cual estaba enrollada en su cintura, dejando descubierto su abdomen trabajado y con algunas gotas de agua esparcidas en el. Desvíe la mirada algo apenada, no acostumbraba ver el cuerpo de un hombre así, solo el de Izana y podía decir que era la primera vez que no lo miraba con desagrado alguno, se veía jodidamente bien.

La piel canela de Izana me había hipnotizado cuando lo conocí, su cabello albino que combinaba a la perfección con el color violeta de sus grandes ojos, amaba el grosor de sus pestañas y todo lo que era de él.

- ¿Ya te he echo sonrojar? - lo escuché reír, lo miré con enojo y al mirarlo de arriba hacia abajo note que ya no tenía la toalla. Eso sí había logrado sonrojarme.

- ¡Izana, tápate ya! - exclamé, estaba nerviosa, no era algo que no había visto nunca, pero no era momento de verlo, no quería tampoco. Debía de tener respeto de su cuerpo - No te rías, yo no quiero ver tu miembro descubierto, porque si lo haces para que todos lo vean puedes ir a techo y enseñárselo a todos lo de haya fuera.

- Bien que te gusta, Kena, no te hagas inocente ahora - gruñí ante su comentario y lo miré mal - pero bien, ya me estoy vistiendo, así que no te sientas nerviosa, ya puedes mirar.

Indecisa lo hice, Izana se estaba abrochando su pantalón para después empezar a colocarse una zapatillas negras, iba vestido con una camisa blanca desabotinada los primeros tres botones, y su pantalón negro.

Me miró con una sonrisa burlona y rió.

- Veo que saldrás - dije y asintió - tendré todo este lugar para mí, puedo cocinar tal vez.

- Tendré una reunión con Manjiro y después de ahí voy a un viaje de negocios por lo que mi maleta ya está abajo, máximo durare dos semanas - sonrió - puedes hacer lo que quieras mientras no esté, pero se te ocurre escapar y atente a las consecuencias, linda.

Le dió unos golpecitos a mi mejilla y caminó hasta la puerta saliendo de la habitación sumido en una risa escalofriante. Me había logrado asustar, pero tenía tan grande el desea de escapar que me importaba una mierda su comentario, sonreí y miré por la ventana hasta que él salió y se despidió de mi mirando por la ventana en la que yo estaba y después subir al auto.

Esto es un adiós, Izana Kurokawa.


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Gracias por leer hasta acá, nos vemos en el próximo capítulo
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~Smailer-Shimura

AMOR DE PSICÓPATA | 𝑰𝒛𝒂𝒏𝒂 𝑲𝒖𝒓𝒐𝒌𝒂𝒘𝒂Where stories live. Discover now