Dos | El día en que el carmesí goteó

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El siguiente capítulo contiene escenas de autolesión, uso y mención de sustancias ilícitas, así como el uso de la violencia en menor grado. Se recomienda discreción.



El llanto desesperado de una madre resonó en el lugar, causando un sentimiento agrio y triste en aquellos que la escuchaban. La madre llamaba el nombre de su hija una y otra vez, esperando una respuesta que ya nunca más iba a llegar. Una madre que lloraba la pérdida de su única hija se dejó caer al suelo golpeando sus rodillas, perdida en las lágrimas de la agonía.

Pero ningún dolor físico se equiparaba con el que estaba sintiendo ahora mismo.

El llanto silencioso de un padre perdido en la tristeza y el sufrimiento no se dejó pasar por aquellos que lo veían. El padre escuchaba el llamado de la madre a su hija, esperando una respuesta que ya nunca más iba a llegar. Un padre que lloraba la pérdida de su única hija, abrazó fuertemente a la madre que yacía en el suelo y la retuvo en sus brazos compartiendo su inmenso dolor.

Ya nada dolía tanto como esto.

El llanto de un novio ante la pérdida de su prometida no podía manifestarse, preocupando a aquellos que lo veían. El novio veía con ojos vacíos el féretro donde se encontraba aquella mujer que tanto amó. Un novio tenía la mente en blanco, no quería pensar, no quería recordar, no quería sentir; la muerte de su prometida aún era difícil de creer.

Como una terrible pesadilla.

Nada se sentía real.

Amigos lloraban el suceso inesperado, no querían creer la muerte de su amiga, se negaban a aceptarlo.

La hiel de perder a una amiga calaba en los huesos.

El vacío en el corazón de saber que algo faltaba era tan desagradable que querían arrancarse aquello, pero era imposible. El sentimiento de extrañar era tan fuerte que deseaban poder regresar el tiempo.

Shoto lloraba en silencio siendo reconfortado por su pareja, que también lamentaba terriblemente la pérdida de aquella mujer.

Izuku ya no tenía más lágrimas que soltar.

Tanto lloró los últimos tres días que hasta le dolía la cabeza intensamente.

Tenya ni siquiera estaba en la sala, ya tenía por lo menos una hora que decidió retirarse.

Porque era muy doloroso.

Los tres chicos querían que todo esto fuera un sueño para que, al despertar, todo fuera como siempre.

Pero ya no sería así.

Los recuerdos de lo que una vez fue Ochaco Uraraka eran solo eso, recuerdos de una vida que se apagó.

Los recuerdos se repetían constantemente en la cabeza del chico que escupía pétalos de cerezo, haciendo que el hueco en su corazón creciera más. El recuerdo de ella sonriendo llena de ilusión por su futura boda lo lastimaba inimaginablemente.

Desearía que ella estuviera aquí para calmar el mar de tristeza en el que cada uno se ahogaba poco a poco.

Desearía salir con ella nuevamente a pasar el rato y divertirse como solían hacerlo antes.

Desearía que nada de esto fuera real.

La extrañaba tanto.

Izuku miraba el blanco techo mientras el dolor punzante recorría su cuerpo, quién sabe hace cuánto tiempo el efecto de las pastillas se disipó, había perdido la noción del tiempo. El dolor que se centró en su pecho le causó una sensación de opresión que le hizo falto de aire.

Flores de Cerezo en Invierno | BakuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora