Capítulo 8: Dudas Silenciosas

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12 de Mayo de 2021 9:41 am, Ciudad de México.

Marco Ferrara Ávila.

El café caliente desprendía vapor que se curvaba en la atmósfera y era perceptible para sus ojos debido a los rayos directos de luz mañanera que entraban por la ventana. Escuchaba a lo lejos los pasos de su pequeña mascota, que tomó la costumbre de vagar por todo el departamento en busca de Julio. Marco miró una y otra vez el teléfono frente a él, inseguro de tomarlo y hacer la llamada para confrontar a su novio.

Se reclinó sobre la silla de madera que crujió cuando él se movió. Su mano, que usualmente tenía un pulso firme por su profesión, tenía un ligero temblor que reprimió antes de tomar el aparato y buscar el número de Julio entre su lista de contactos destacados.

Sus latidos se ajustaron al tono de espera que duró unos tres segundos, tiempo que se sintió como una eternidad. La llamada estaba recién conectando cuando Marco dejó el teléfono sobre la mesa y desvió la mirada hacia la calle para reprimir las ganas de llorar que lo invadieron en el peor de los momentos. Lo primero que escuchó, fue la respiración de Julio, calmada y sin ningún tipo de alteración. Su voz salió ronca cuando lo saludó.

—Buenos días —dijo el modelo en un tono dulce, pero su pareja no respondió de la misma forma.

—Tenemos que hablar —Ferrara fue directo al punto sin perder tiempo en trivialidades.

—¿Qué sucede? —sonó más lúcido—. ¿Te pasó algo?

—No, pero quisiera saber qué es lo que pasa contigo —dijo de forma hostil sintiendo el coraje atorado en su garganta.

—¿De qué hablas? —Julio pareció genuinamente confundido.

—Del chico de la otra noche y tú —acusó sin temor—. Vi un video en el que él y tú estaban muy juntos y luego se iban a otra parte.

—¿Qué? —preguntó—. Solo fuimos al baño.

—No quiero saber a qué —susurró Marco por impulso sin ser consciente de que fue audible para San Agustín.

—A evitar que vomitara encima de mí o cualquier otra persona —respondió de forma seria—. Marco, ¿Qué es lo que te molesta?

—¿Qué es lo que me molesta? —preguntó con enojo—. Que tengas ese tipo de contacto con personas como él. Claramente, le gustabas, yo lo vi.

—Si vas a hacer una escena de celos, por lo menos da razones válidas en lugar de ser un imbécil —atacó Julio—. ¿Estás escuchando lo que dices? Dios mío, ni siquiera tiene lógica.

—Claro que la tiene —objetó—. Todos los comentarios de las capturas de ese momento describían la atracción entre ustedes. La gente no diría algo como eso si no notara que hay algo entre ustedes.

—¿Estás basando la credibilidad de nuestra relación y mi fidelidad en los comentarios de personas que ni siquiera nos conocen? —San Agustín sonó realmente molesto—. Escucha, no sé qué tipo de cosas hayas leído o visto, pero tú y yo sabemos que la realidad es diferente a lo que todos dicen.

—¿Qué es lo que realmente pasó? —preguntó Marco.

—Nada entre él y yo —contestó—. Pero siento que no tiene caso que te lo diga y te lo jure, porque de todas formas no me vas a creer. No tiene importancia lo que digan los demás mientras tú sepas que estoy contigo y que no haré nada para lastimarte.

Ferrara se quedó en silencio contemplando al gato sentado frente a él en el suelo, observándolo fijamente, como si fuera el juez de un juicio.

—Él solo es un amigo.

RENESSANS | Segundo LibroWhere stories live. Discover now