IV

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¿Sabes ese sentimiento de no saber dónde estás, de qué hora eso e incluso no saber quién eres o qué paso cuando despiertas? Bueno, ese sentimiento se había posado en el cuerpo del de mechas castañas.

-... -Miraba a su alrededor en un intento de averiguar que es lo que estaba pasando.

-Oh, me alegro de por fin verte despierto. -Una voz gruesa se vio retumbar por la habitación silenciosa.

Los ojos del castaño se dirigieron a la puerta del lugar, topándose con un señor con atuendo de médico.

El joven hizo un intento de poder hablar, pero su voz sonaba baja y ronca, siendo esto causado por la falta de uso que tenían sus cuerdas vocales, causándole también un ardor en su garganta.

-Espera, te buscaré un vaso con agua. -Le hablo de nueva cuenta el médico.

Y con ello, el hombre salió de la habitación, cerrando la puerta tras suyo, dejando al joven solo nuevamente.

"¿Cómo llegué aquí?" Se pregunto mentalmente.

Lo último que recordaba era una voz gritando su nombre.

Una muy atractiva y bella voz.

"Duxo." Pensó. La voz de aquel chico tan atractivo, tan chistoso, tan amigable, tan... guapo y bello.

Empezó a divagar en lo perfecto que era su mejor amigo; sus ojos, su cabello, su voz, su piel, sus brazos... sus labios, tan apetecibles a la vista...

"¿Cómo se sentiría besarlos?" Cuestionó mentalmente.

Se imaginó como se verían juntos, abrazados, tan cercas del uno del otro... casi besándose...

Pero esa imagen cambio. Él ya no se encontraba entre los brazos del de ojos de morados, en su lugar estaba alguien más. Una chica. La chica en la que su amigo estaba interesado.

Se veían tan bien juntos...

Sus ojos se cristalizaron, y el infierno se abrió paso.

Fue abruptamente sacado de su ensoñación por las toses.

"No... no, no, no, no, ¡no! ¡NO! ¡NO DE NUEVO!" Pensó en medio del pánico que surgía dentro suyo.

Las estrepitosas toses hacían que su cuerpo se sacudiese violentamente.

"¡Ya no quiero esto!" Lágrimas caían de sus ojos, ojos llenos de pánico.

Entre tanto bullicio, no pudo escuchar como alguien abría bruscamente la puerta de la habitación y se acercaba a él.

Durante unos pocos minutos, las toses seguían y seguían. En un breve momento, estas misma cesaron, dejando en su regazo unas cuantas flores magulladas y salpicadas de sangre y saliva.

Su espalda era acariciada mientras bebía el agua que se le había traído.

"¿Cuánto va a durar esto?"


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𝙰𝚖𝚘𝚛 || 𝙳𝚞𝚡𝚒𝚗𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora