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Nunca había ido a una reunión, o como escuché a algunos de los escondidos llamarlo, una fiesta, y aunque no estoy segura de que significa; no creo que sea lo mismo que las juntas en el clan, la gente se veía emocionada y relajada, honestamente no me sorprende que les haya pasado lo ocurrido si de esta forma de comportarse es lo que consideran normal.

Nos desviamos un par de veces del camino hasta que dejamos que la multitud nos guiara, las personas nos miraban con curiosidad, pero no con miedo, dejamos que nos dieran indicaciones y con los hombros tensos y rostros serios llegamos al lugar de la reunión. Era un salón amplio, con paredes de roca y suelo de madera, luces coloridas adornaban el techo e iluminaban con una tonalidad azul suave. Había mesas repartidas en el salón, con comida y bebestibles encima, había gente junto a la mesa, probando aquellas cosas mientras otros se encontraban conversando a un volumen agradable en otros lados del salón. Se podía notar que la gente estaba disfrutando de esto, mi cuerpo se relajó después de unos minutos al notar que no había ninguna amenaza o peligro de momento; el lugar y la gente se veían tranquilos, el aire era refrescante y el sonido de las personas hablando no era molesto. Me gustaba la calma del lugar; casi sonreí al notar lo diferente que era a nuestro clan.

Lee se relajó a mi lado y me sonrió momentáneamente e hizo una seña al grupo, esa era nuestra señal, debíamos intentar relacionarnos con las personas del lugar, aprender de ellos, al final pasaríamos los siguientes meses con los escondidos y necesitábamos entenderlos. El grupo caminó pasando por mi lado y poco después los había perdido de vista al ellos mezclarse con las personas del salón. Lee quien aún se encontraba junto a mí, hizo un gesto con su cabeza y después de apretar suavemente mi hombro se alejó en otra dirección.

En cuanto Lee se alejó lo suficiente me acerqué a la mesa más cercana de alimentos, no tenía energías para intentar relacionarme con la gente de este clan pero tenía pensado observarles de todas formas; tomé uno de los platos de madera y me quedé observando con curiosidad lo que había en este, tomé uno de los extraños champiñones y al levantar la vista y ver a algunas personas comiendo los suyos y asintiendo con una sonrisa en mi dirección; imité lo que hacían y le di un mordisco, de inmediato mis ojos se abrieron con asombro, el pequeño champiñón se derritió en mis labios y dio paso a un sabor frío. –Mierda, que bueno- dije en voz alta y escuché risitas de las personas que me habían observado con expectación.

-Ten- una voz a mi izquierda dijo –Prueba estos- levanté mi mirada para observar a la persona que me estaba entregando un plato con bolitas coloridas. Quedé asombrada. Tengo un vago recuerdo en mi mente de un paisaje nevado, nieve cubriendo todo a mí alrededor, el helado viento que se sentía y como mi cabello se mojaba por culpa de la nieve que caía de arriba, recuerdo haberme detenido un momento a observar y sentir calma. Así mismo me sentí al ver a esta persona, tanto su piel como su cabello eran blancos, del color de la nieve, algo que por lo menos en la parte de mi clan no había visto. En su frente tenía una marca, marca de clan, vestía elegante, como las flores de primavera, y muy lejos de mi sorpresa, también color nieve.

-Prueba- repitió y mi visión bajó al plato en sus manos, el cual tenía bolitas de colores curiosos y brillantes; parecían frutas que he visto en el bosque, pero al mismo tiempo, estas eran muy distintas.

Probé aquello que me habían entregado, al morderlo pude confirmar que era fruta, una que nunca había probado, sabían a sol y frío al mismo tiempo y dejaban un sabor burbujeante pero disfrutable en la boca.

- ¿Saben bien? - la voz preguntó con un toque de diversión, entonces levanté mi vista a sus ojos y mientras asentía noté que estos se sacudían repetidamente y tenían un color particular.

-Arándanos- murmuré en voz baja y vi como la persona frente a mi fruncía el ceño, al notar que me habían escuchado volví a hablar, esta vez con más claridad –Arándanos. Tus ojos son del color de los arándanos- vi su mueca de confusión desaparecer y se río suavemente.

-Ya veo- dijo con el mismo tono divertido de antes -Soy Theo- dijo y dejando el bastón que estaba usando apoyado en la mesa, juntó las manos, las dos con la palma para arriba y se inclinó un poco.

-Alex- respondí acercando mi mano en su dirección. Esperé unos segundos, pero su mano nunca llegó a la mía, desistí y con una mueca, llevé mi mano a mi cintura, esperando encontrar mi espada, tuve que recordarme que esta no estaba ahí y bajé mi mano, dejándola al costado de mi cuerpo.

Sentí un pequeño movimiento a mis pies y di un salto para atrás, mi mirada bajó rápidamente al suelo y una mueca de confusión tomo mi rostro rápidamente. - ¿Y esto? – a los pies de Theo un animal se encontraba sentado, era color atardecer y de tamaño grande, Theo se rio y dijo -Es mi perro, se llama Lobo- yo la miré confundida, nunca había visto un perro. Pero antes de poder seguir hablando las voces pararon y todos miraron en dirección a la entrada.

-Disculpa- y tomando el bastón del lugar donde lo había dejado antes, Theo se alejó junto al perro. Caminó hacia la entrada y entonces noté que todas las miradas estaban en dirección a ese lugar, así que las seguí.

El recuerdo de alguien caminando en dirección hacia la gente con una espada en mano saltó a mi cabeza. Peligro. Estábamos en peligro.

Inmediatamente me tensé, busqué a Lee entre el publico y vi como elle se dirigía a la entrada, mi mirada siguió a Lee, mis pies también, entonces la vi.

Se vestía prácticamente igual que los demás, pero de inmediato supe que era la líder del clan. La postura, la forma en la que las personas la miraban y que estas la miraban de vuelta, el cómo hablaba, sus ojos, su aura, era todo su ser el cual gritaba liderazgo, no poder, liderazgo.

Después de unos segundos comencé a observarla, sus ojos eran del color del mar y profundos como el mismo. Bajo estos, puntos dorados. Su cabello de color sol, largo, hasta las caderas, su piel pálida y del color grisáceo característico de los escondidos. Usaba ropaje limpio y nuevo, unos pantalones oscuros y una camisa color nieve, con un pendiente brillante de color oro e iba descalza, como muchos otros en el lugar. Miré de reojo mi ropaje y me sentí levemente avergonzada, nosotres no pertenecíamos a este lugar.

Warrior; the cursedWhere stories live. Discover now