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Me encontraba de vuelta en la habitación que le habían asignado, los mejores guerreros de los escondidos cuidarían de Helena por la noche, pero creía que era mala idea, estos guerreros estaban lastimados y sus habilidades no eran muy buenas, había visto a une niñe de catorce batallar en el ring con mejores habilidades que estos guerreros.
Pero la verdad es que necesitaba descansar, después de el desayuno, la fiesta y la batalla, me encontraba bastante agotada, principalmente físicamente.
Estuve cerca de una hora y media dibujando todo lo que había visto, sin detenerme, casi en un trance; los dibujos no eran muy detallados pero lo suficiente para que se entendiera que eran. Usaba una técnica suelta y rápida para mis dibujos, por ello estos eran terminados rápidos. Pero cuando dibujaba rostros me tomaba más tiempo en ellos. Durante la primera media hora dibujé a los rostros nuevos y escribí quienes eran y todo aquello que pudiera recordar de esas personas.
La siguiente hora dejé mi imaginación volar hasta sentir mis ojos pesados. Cerré mi cuaderno cuando mi mano se acalambró, lo deje junto a mi cama y me acosté, con mi camisola puesta y mi daga bajo la almohada pude caer en el sueño profundo.
Soñé con una persona, dándome la espalda mientras miraba al mar.
Desperté sintiendo mi pecho apretado, ignoré el sentimiento y comencé con mi día.
En Tina uno no se bañaba seguido a menos de que viviera cerca del lago o de algún río. El agua del pozo se usaba únicamente para beber y cocinar, muchos niños pasaban días sin bañarse, yo prefería limpiarme todos los días, así que cada dos días iba al río a buscar agua, el primer día me bañaba en el río y en el segundo usaba el agua del balde y una tela para lavar mi cuerpo.
Acá las cosas eran distintas, Helena me había dicho antes de ir a su habitación que habían aguas termales, cada persona podía ir dos veces a la semana a estas. El resto de los días podía ir al baño público que tenía agua tibia.
Decidí llenar mi balde después de eso, cuando los baños estaban desocupados y así hacer la misma rutina que hacía desde hace tres años; lavar mi cuerpo con una tela y agua. Un guerrero nocturno me había preguntado que hacía con el balde lleno de agua, lo ignoré y fui a mi habitación. No iba a admitir que me daba vergüenza ver cuerpos desnudos y en especial que vieran mi cuerpo.
Después de limpiarme en la habitación contigua, me puse mi pantalon color madera, mi camisa oscura y mis bototos. Era la misma ropa de ayer ya que no había traído mucho más. La ropa estaba desgastada y sucia y fruncí el ceño al darme cuenta que aunque me había lavado, me seguía viendo sucia. Dejé mi cabello en paz y toqué el collar en mi cuello, y lo solté.
Ordene la habitación mientras me ponía los accesorios, me puse mi corset, guantes, el bolso que traía hierbas medicinales y mi hombrera, todo estaba hecho de cuero de distinos animales que había cazado durante estos años.
En la fiesta había dejado estos accesorios en la habitación, no quería verme hostil.
Por fin salí de la habitación, las luces en el techo ayudaton a poder ver el camino en este laberinto, a pesar de perderme varias veces, los distintos guerreros me indicaron el camino hacia la habitación de Helena y después de media hora encontré mi destino, era igual que cualquier otra habitación a excepción de que habían cuatro guerreros con rostros agotados en la entrada.
-¿No es un poco temprano?- preguntó el primero que boté al suelo, el pelinegro de ojos madera.
No sabía que hora era, no si no podía ver el sol. Sabía que era lo que nosotros llamamos día por las luces del techo ya que en la noche, solo se ven lo brillante de la pared. Esto se lo había explicado Lee antes de venir y podía confirmar que era cierto.
-Ya es de día- respondí con sequedad -Ustedes son guardia nocturna- dije intentando que captaran la indirecta. Quería que estos incompetentes se fueran. Al cabo de unos minutos se encontraba sola frente a la puerta. Di tres golpe y esta se abrió dando paso a Helena, quien tenía su largo cabello húmedo y sus ojos color mar brillando.
-Alex- dijo la Slorah. No pude evitar detenerme a observarla, estaba usando un top color nieve, que no cubría sus hombros y collares color oro, e igual que ayer estaba con pantalones oscuros, sueltos y sin nada cubriendo sus pies. Se veía deslumbrante. -No te vi en los baños esta mañana, pensé que estarías allí como el resto- dijo y desvié mi mirada.
-No me gustan los baños públicos- admití y comenzamos a caminar, no sabía a donde ibamos pero no importaba, era mi deber seguirla a donde fuera.
-Ya veo- dijo mirándome de pies a cabeza -Tus pantalones están rotos, ¿te gustaría ir por ropa nueva después?- llegamos a la gran sala, la misma del día anterior.
-Si, suena bien- dije viendo como nos acercabamos a Theo, Lee y Lobo.
Helena se sentó frente a ambos y yo espere parada hasta que Helena me dijo que me sentara junto a ella. Lobo levantó sus orejas ante el ruido de nosotros acercándonos pero se mantuvo al lado de Theo en todo momento, ganando una caricia por parte de ella.
-Me alegra verte bien Alex- mencionó Lee, mientras personas con colgantes de color rosado dejaban bandejas frente a nosotres y se despedían con su clásico saludo. -Lo hiciste muy bien en la batalla de ayer- el recibir un cumplido del líder de la tribu era algo importante así que asentí en agradecimiento con las mejillas algo sonrojadas.
-Lamentablemente no pude ver más que sombras pero la rapidez con la que te movías era asombrosa- menciono la chica de nieve quien había usado ropa del mismo color provocando que sus ojos resaltarán.
-Lee es incluso mejor- menciono intentado desviar la conversación hacia alguien más. Aunque debería estar acostumbrada, no me gustaba ser el centro de atención.
-Pero Lee es grande y musculose, tu eres una criatura pequeña- dice Helena, mirándome, de un momento a otro baja la mirada a mi collar y frunce el ceño. -¿No es molesto estar con esto? Deberías quitártelo- Theo se vio confundida y Lee hizo una mueca, yo negue.
Su mano fue hacia mi cuello y por un momento sentí que no estaba allí, sentía gritos, olía la sangre, sentía la nieve en mi cabeza, el cuerpo frente a mi me empujaba lejos mientras un ojo se nublaba por la sangre que caía de mi frente.
-¡No dejes que nadie te quite el collar! ¿Escuchaste? ¡Nadie! - el grito era desesperado, sabía lo que pasaría si lo hacía así que me vi asentir y correr en dirección contraria a las personas que estaban allí.
-¡No!- grité cuando sentí su mano en mi collar y me alejé con una mano en mi cabeza.
-¡Alex! Mierda ¿Estás bien?- Lee se levantó de su silla y me agarró antes de comenzar a tambalearme.
Sentí mi cuerpo tensarse al tacto y mire hacia los lados viendo como la gente de la gran sala nos observaba.
-Lo siento...- murmuré y me volví a sentar con ayuda de Lee, sentía como mi cabeza daba vueltas y los ojos de Helena no se separaban de mi.
Había vuelto a pasar. Helena me miraba asustada. Puso su mano en mi cabeza, cerca de mi cicatriz lo cual me hizo tensarme.
-¿Estás bien? ¿Tienes fiebre o algo?- pregunta la ojos color mar y yo niego, a ambas preguntas.
-Solo no toques mi collar ¿si?- dije y me separé de su tacto.
Theo carraspeo y todos comenzamos a comer en silencio.

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⏰ Última actualización: Jan 23, 2023 ⏰

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Warrior; the cursedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora