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Era asombrosa. No podía despegar mis ojos de ella y de sus rápidos movimientos. Sus ojos se movían con rapidez seguido por su espada, en su mayoría eran movimientos defensivos, pero cada vez que veía una apertura atacaba, deteniéndose antes de hacerle demasiado daño a los morados que estaban participando en la demostración.

Su habilidad era asombrosa, era ágil, rápida, calculadora y relajada. Podía ver sus cortos rulos bailando con gracia y delicadeza pero al mismo tiempo podía ver fuego en sus ojos, podía ver como su espada se teñía de rojo gracias a las superficiales heridas que le generaba a los cuatro guerreros que estaban a su alrededor. Podía ver la sed de sangre en sus ojos. Un escalofrío recorrió mi espalda. Me arrepentía de haberla subestimado, ella era completamente capaz de cuidar de mí y era por lejos mejor que todos los guardias que había en los escondidos, los guardias, al cabo de un rato, se veían cansados y adoloridos por las heridas.

-La llamamos Demonio- dice Lee con orgullo -La primera vez que apareció en el clan estaba con sangre de pies a cabeza, intentaron atacarla, pero ella logró quitarles la vida solo con sus manos, entre varios tuvimos que sostenerla para detenerla- terminó de hablar Lee y vi una leve sonrisa en sus labios, era como si estuviese reviviendo ese momento en su cabeza.

- ¿Una niña les quitó la vida a adultos con sus manos? - pregunté confundida, no podía imaginarme a Alex de niña quitando vidas de adultos.

- ¿Cómo es posible que una niña haya hecho eso? - preguntó Theo, giré a mirarla, ella tenía su mirada perdida pero sus oídos estaban atentos a la batalla y el choque de espadas.

- ¿Niña? - preguntó Lee -Alex no era una niña cuando llegó a nuestro clan-

Tanto Theo como yo hicimos una mueca de confusión.

En nuestro clan solo niños perdidos o adoptados como yo podían ser aceptados en el clan si venían de afuera. Los ya adultos no eran bienvenidos.

Y lo que había aprendido de los registros de los Boskos es que ellos tampoco aceptaban a cualquiera, excepto niños perdidos, a quienes les enseñaban a ser guerreros como el resto del clan.

- ¿Hace cuanto fue eso? - pregunté volviendo mis ojos a la batalla, viendo como el segundo de los guardias caía, solo quedaban de pie dos de ellos.

-Hace tres vueltas al sol- dijo Lee y su sonrisa se tensó al ver como el mejor guardia de los escondidos lograba por fin hacerle un rasguño a Alex en su rostro.

Alex hizo una mueca de molestia y poco después tenía a otro guardia en el suelo.

-Tres vueltas al sol son solo tres años- dijo Theo con sorpresa -Debe entrenar hace mucho si es la segunda mejor guerrera- Lee perdió su sonrisa.

-Ni siquiera ella sabe porque es tan buena, yo llevo entrenando por años y... - se detiene cuando cae el ultimo guardia y se aleja de nosotros, en dirección a Alex, quien tenía sudor corriendo por su rostro mientras sus hombros subían y bajaban rítmicamente.

Lee tocó su hombro y pude ver como se tensaba, pero luego dijo un par de palabras que hicieron que se tranquilizara. Alex solo asintió. Me pregunté si algo pasaba allí.

Alex le devolvió la espada al morado que le había entregado la espada al comienzo. Quien había esperado en una esquina a que aquella batalla terminara.

Podía ver la cara sorprendida de Alex cuando los naranjos (entre ellos mi padre) le aplaudieron.

Lee y Alex se veían confundides.

Pronto los aplausos cesaron y entraron los de pendientes negros con botiquines a sanar a los guardias. No demoraron mucho en vendarles, no había ningún corte que necesitara puntos, lo cual era bueno, tampoco hubo golpes fuertes en la cabeza por lo cual no había contusiones.

-Buen trabajo- dije en cuanto Alex se acercó a mi lado, veía como su mejilla tenía una herida de la cual corría sangre así que me acerqué y usé el borde de mi camisa para limpiar su herida, vi cómo se tensaba y me miraba con esos ojos grandes directamente a los míos, pero dejó que limpiara su herida.

- ¿Sigues dudando de mis habilidades? - preguntó Alex y yo solté una pequeña risa, no sabía cómo aquella pequeña y delgada persona había podido derrotar a cuatro de los mejores guardias y salir solo con un rasguño.

-Será un honor tenerte a mi lado para protegerme- dije con honestidad, poniendo mis manos con las palmas hacia arriba y llevándolas del corazón hacia el frente, intentando demostrar que aquello era algo dicho con toda la honestidad de mi alma y corazón.

-Te protegeré, aunque mi vida dependa de ello- dijo y repitió el gesto que acababa de hacer, lo cual me sorprendió. Fue un gesto algo torpe y se equivocó en la posición de sus manos, pero lo había intentado y eso era lo que importaba.

Nuestras manos se rozaron y ella dio un pequeño saltito, tensándose y volviendo a fruncir el ceño.

La morena me tenía intrigada, había mostrado dos lados muy distintos, un lado suave, honesto y curioso y un lado peligroso con rabia y sed de sangre.

No podía evitar querer conocerla más a fondo.

Warrior; the cursedWhere stories live. Discover now