10: Sabor a nostalgia.

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—    ¿Alguna vez has sentido como su estuvieses en la luna? —dijo él mientras trataba de trepar un gran árbol.

—    ¿Quieres decir cuando estás enamorado? —susurré yo confundida.

El negó con su cabeza y trepó un poco más hasta llegar a la cima.

—    Cuando estas en un lugar, y sientes que todo se acabo, que aquí ya estás bien y que aquí te quedarás para siempre. —dijo con una sonrisa mientras jugaba con las hojas del árbol.

—    Pues…. No.  —dije mientras al trataba de trepar y caía al suelo.

—    ¿Quieres sentirlo?

Él me extendió su mano con el objetivo de que la agarrara y subiera, le sonreí y tomé su mano cuidadosamente mientras me jalaba hacía arriba. Cuando llegue a la cima del árbol, pude sentir lo que mencionaba él, se sentía tan… maravilloso.

—    Se ve todo, tan pequeño.

—    ¿Cierto? Así seguramente me ve mi padre. —rió y luego se apoyó contra la rama— el tema es… ¿cómo vamos a bajar?

Abrí mis ojos, otra vez me había vuelto a dormir ¿Por qué tengo tanto sueño?. Me di vuelta y al lado mío estaba mi madre, que leía curiosamente los mensajes de mi celular.

—    ¡Mamá! —le grité tratando de recuperar mi amado objeto, ella solo se sobresaltó y lo dejo en su lugar— ¿Qué haces?

—    ¿Has recordado a tu mejor amigo de la infancia? —dijo ella con una sonrisa— él es un buen chico, todos estos años, ha esperado que lo recuerdes.

—    ¿Qué?

—    ¿No te acuerdas del hermano de Scott? ¿de Xander? —preguntó ella preocupada y luego se levantó para caminar hasta su pieza y tomar una foto, luego volvió a mi cuarto y me la mostró— estos dos jovencitos, eran Xander y tu de niños.

En la foto, estaba yo con un vestido color celeste pastel y peinada con dos trenzas que me hacían mas niña de lo que era; al lado mío, había un pequeño niño rubio de ojos marrones muy, muy claros que llevaba una gorra y una remera roja al igual que sus zapatos.

—    Tiene una sonrisa muy… ¿grande? —dije y las dos nos pusimos a reír.

—    Recuerdo que pasabas horas y horas hablando de él cada vez que llegabas a casa, contabas todo lo que habían ello con detalle.

Cuando mi madre abandonó mi cuarto, tomé mi celular y marqué su número, quería oír su voz por lo menos una sola vez; pero al final, su celular estaba apagado.

 Una piedra que casi rompe mi vidrió me sobresaltó, era Kevin que me pedía que abriera mi ventana, yo le obedecí.

—    ¡Acosadora! —gritó.

—    ¿Qué? —grité temerosa.

—    Olvida lo que paso el otro día, solo, solo estaba confundido…

—    ¿Eh? Yo… yo ¡Lo siento, pero no me gustas! —dije mientras cerraba mi ventana bruscamente y salía corriendo de mi habitación.

Si, era cobarde y malvada, al final amaba Scott pero me había olvidado de aclararle mis sentimientos a Kevin; el pobre estaba esperando una respuesta que yo no le podía dar.

Bajé las escaleras de mi casa y escuché que el timbre sonó, así que bruscamente abrí la puerta y bajó la lluvia y empapado había un chico alto y delgado que sostenía con sus manos temblorosas un pequeño papel blanco.

—    ¿Kiria?

Su cabello rubio y ondulado estaba mojado y sus ojos color marrón claro brillaban intensamente.

—    Oh, por dios. —susurré mientras él sonreía como un estúpido.

—    ¿puedo pasar? Traje sandías —dijo y rió— lo segundo es broma.

Lo invité a pasar, él entró y soltó un suspiro, justo como si estuviese recordando viejos momentos. Xander estaba todo mojado, seguramente va a resfriarse.

—    ¡Sácate la ropa! —le dije.

—    ¿¡Qué!? —dijo sonrojado— ¡Te has vuelto una pervertida!

—    Lo siento —reí— te prestaré ropa de mi padre, es para que no te resfríes.

Soltó un suspiro y subió al baño. Al final, cuando salió de la sala, la ropa le quedaba algo grande pero tampoco inmensa.

—    Recuerdo cuando te ponías los tacones de tu madre y yo la camisa de mi padre, jugábamos a que éramos adultos. —susurró con una sonrisa mientras pasaba a mi cuarto y se sentaba en la cama.

Todos mis recuerdos, iban encajando como si fuese un rompecabezas.

—    Cuando jugábamos a ser marido y mujer…. —murmuré.

—    ¿Ah? ¿Has dicho algo? —preguntó mientras observaba mi cuarto.

—    No, no. No dije nada. —sonreí nerviosa.

Mi madre entró a mi cuarto y empezó a estrujar a Xander, casi lo ahoga al pobre.

—    ¡Mi querido! ¡No sabes lo que te he extrañado!—dijo mientras le daba besos en la frente—¡Yerno mío!

—    ¡Mamá! —le grité ruborizada.

—    Ah, señora, yo también la he extrañado… pero más a su hija.

El me dirigió una mirada, y con ella, me regaló una tierna sonrisa. ¿Quién era Xander en mi pasado? 

Sabor a sandía.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن