Tijeras

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- Me gustas.


¿Gustar?


- No porque parezcas una chica, me gustas porque eres tú...


No merecía tan amables palabras.



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Tengo un secreto. Una faceta mía que no me gustaría que nadie descubriese. Nada lejos de lo común, pues estoy seguro de que todos tenemos algo que no nos gustaría que el mundo viese.


Soy Nagisa Shiota. ¿Cuál es mi problema? El haber nacido como un chico cuando mi madre ansiaba tener un chica. ¿Eso me afecta en la actualidad? Bueno, si con afectar cuenta el hecho de tener dos vidas completamente distintas, en una actuar como una dama delante de una madre a la cual enorgullecer, y en otra ser un estudiante varón en la escuela...


Entonces sí. Me afecta un poco en la actualidad.


Lejos de lo que cualquiera pueda pensar, estoy feliz de haber nacido como un hombre, soy un hombre y tengo bastante claro eso.


El problema...


- Nagisa, tú...


- Lo siento, mamá.


- ¿Por qué... Por qué demonios vas a clase con uniforme masculino?


- Es que estoy registrado en el centro como un estudiante varón.


- ¡Tú serás lo que yo te diga! ¡Y yo te digo que eres un chica!


El problema es la obsesión de mi madre.


Siempre me obliga a llevar sus ropas de cuando era adolescente, aquellas que ella no pudo usar demasiado. Hermosos vestidos, lindas faldas, bonitas blusas, bellas medias, geniales zapatitos de tacón... Sería perfecto, si de verdad me gustasen.


¿No podía simplemente ser yo?


Ahí estábamos una vez más, sentados frente la mesa de nuestro salón. Esa encantadora sala de estar que se volvía un infierno cuando ella estaba molesta. En uno de sus arranques de furia, comenzó a tirarme de uno de los largos mechones de mi cabello suelto. Dolía, mucho, pero solo podía contenerme en silencio.


Quería que aquel berrinche se le pasase rápido.


No quería salir lastimado.


No quería que ella saliera lastimada.


Yo...


Bah, ni que fuese un asesino o algo.


- Nagisa... - Dijo mi nombre. Levanté mi mirada. - Ten, tengo esto para ti, te perdonaré, pero debes hacerme caso, yo te di la vida.


Me acercó una bolsa.

Dentro había un vestido blanco. Uno nuevo con un estampado de flores amarillas.


- Gracias. - Mi voz salió. Sin entusiasmo realmente, con una sonrisa tan falsa como cualquier discurso de un político.


- Quiero que te lo pruebes, mañana saldremos a cenar con unos amigos, te lo pondrás.


Solo asentí. Mi cuero cabelludo había sufrido suficientes tirones por el día. Me levanté para encaminarme con la bolsa a mi habitación.


- Y una cosa más... Quiero que pidas un uniforme femenino lo antes posible, si no, lo terminaré solicitando yo misma.


No contesté. Salí corriendo para encerrarme en mi aislado cuarto. Sentía mis mejillas cargadas... Estaba avergonzado, sin lugar a dudas.


No quería que los demás de la clase D me viesen vistiendo ropas de mujer. Conociéndoles no pararían con las bromas hacia mí. No quería, no lo soportaría, no podría controlarme...


Tiré la bolsa del vestido con fuerza, como si la prenda tuviese la culpa de algo.


Lo segundo que tiré fue mi cuerpo sobre la blanda superficie de mi cama. Mirando al techo por unos momentos, buscando alguna explicación a todo lo que me estaba sucediendo.


Amaba a mi madre, pero no estaba bien. No me extrañaba lo más mínimo que mi padre la dejase en cuanto tuvo la oportunidad. Pero yo soy menor de edad, debo aguantar, la amo en verdad.


Después de unos buenos minutos con mi cara siendo aplastada por la almohada, decidí levantarme y mirarme en el espejo de cuerpo completo que estaba situado al lado de mi armario. Toqué suavemente mi pelo...


Largo, suelto, azulado, sedoso... Eran adjetivos que lo definían. Propios del cabello de una chica.


No podía ni siquiera pensar en tenerlo corto como los demás chicos de mi clase.


Miré de reojo unas tijeras que se encontraban encima de la mesa del estudio. ¿Para qué estaban ahí? ¿Las había usado antes? Mis manos se movieron por voluntad propia, sin mi permiso, tomando así las afiladas tijeras y un mechón de mi cabello.


¿Debía cortar? ¿Ver como mis finos hilos azules caían en descenso? ¿Así luciría más como un chico? ¿Era eso lo que yo quería? ¿Lo que yo deseaba?


En realidad...




- Mamá.


Ella me miró. Yo solo la observaba ahora, en la puerta del salón esperando algún comentario por su parte.


- No me lo puedo creer...


¿No?


- No me lo puedo creer... ¡Lo bien que te queda el vestido, sabía que había hecho una buena elección!


Esa sonrisa llena de satisfacción, era agradable verla. Agarré la falda del vestido blanco de flores.


No había cambiado nada. Aquellas tijeras...


Seguirían encima de mi mesa, sin ser utilizadas.


[Ansatsu Kyoshitsu] El amor puede matar {Karma x Nagisa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora