Muchísimas gracias

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- Nagisa, por lo que veo aún no has solicitado un uniforme femenino al centro.

Mi piel se erizó al escuchar esas palabras... ¡Era cierto! No había tenido tiempo, ni ganas a decir verdad, de pedir un uniforme de chica en mi escuela. Solo miré el plato de mi desayuno en silencio, como rogando a cualquier espíritu cercano que por favor, hiciese olvidar a mi madre ese tema.

- ¡Oye, Nagisa! - Con el cucharón de cocina dio un golpe en la mesa. Me sentía amenazado, pero era costumbre ya. - ¿Me estás oyendo? No tengo toda la mañana, ni tú tampoco.

- Mamá... Verás, me pasé el otro día por la sala de profesores, pero no habían traído nuevos uniformes. - Mentí. Las mentiras eran algo que se me solía dar bien. Mentir es malo... Pero... No siempre, ¿no?

Ella me miró con cierta desconfianza. Se quitó el delantal rosa que solía utilizar para cocinar y volvió a dirigir su mirada hacia mí.

- Seguro que has preguntado en el momento inadecuado, así que iré yo personalmente a hacerlo.

Abrí mi boca, ella debió deducir que era para quejarme.

- Nagisa, deja actuar a los mayores, tú simplemente aguántate. 

Y ahí estaba, igual que siempre, aguantándome. El tema mantuvo mi mente ocupada toda la mañana. Para variar, volví a estar distraído en clase... ¿Cómo no estarlo, con una situación tan agobiante en el día a día? Ya daba por hecho, que esos rumores de que acabaría en la clase E se harían realidad más pronto que tarde.

¿Qué puedo hacer? Soy un don nadie.

Cuando la campana de media mañana resonó, me apresuré a subir a la azotea. Sin ser muy discreto que digamos, pues varios profesores estaban por los pasillos cuando yo estaba dirigiéndome a la planta más alta donde hipotéticamente estaba prohibido el paso del alumnado sin supervisión.

Es una ventaja de ser invisible, supongo. Nadie me ve, así que nadie podrá seguirme. 

Busqué en uno de los bolsillos de mi pantalón, sacando la llave que Karma me prestó el día anterior. 

Karma era un tipo listo. Él sabía que volvería a reencontrarme con él en este lugar apartado del mundo.

Abrí y entré dejando la puerta entreabierta, por si el pelirrojo se dignaba a aparecer. Todo estaba silencioso, y lo único que se escuchaba era la brisa colándose por los huecos de las rejas. Me acerqué a ella, tocándolas con las yemas de mis dedos.

- ¡BOH!

- ¿¡AH?!

Me sobresalté al sentir el aliento de alguien en mi oído... ¡Alguien me había pillado desprevenido y me había atacado por detrás!

La risa burlona que más de una vez había escuchado ya, fue lo siguiente en oírse. Sin duda era Karma.

- ¡Nagisa-kun...! ¡Cuando has saltado y gritado ¿¡AH?! ha sido tan divertido! Eh, eh... ¿No te parece que hubiese sido una escena genial de un asesinato para una película de terror? ¡Yo creo que sí!

Miré un momento detrás de él.

Había entrado por la puerta, pero realmente parecía ser un experto en escabullirse, no lo había oído ni notado. 

- Sí, supongo que sí... - Le di la razón, para poco a poco dejar caer mi peso y terminar sentado allí mismo. Él no tardó mucho en hacer lo mismo. Estuvimos unos instantes sin decirnos nada, y su mirada que no se apartaba ni un segundo de mí, ya me estaba comenzando a quemar vivo.

[Ansatsu Kyoshitsu] El amor puede matar {Karma x Nagisa}Where stories live. Discover now