Todos los hechos transcurrieron de la misma manera hasta la coronación de Sarah
—Hace cientos de años que no se une un miembro a la familia real de Sleet ni a la familia real de Sinse que no sea por matrimonio o nacimiento, pero hoy Sarah Strider conocida y respetada por todos nosotros. —en ese momento un guardia me hace señas para que suba al balcón central con la reina. La multitud me llena de aplausos y vítores y no puedo evitar sonreír. — Se une a nosotros. — le hago una reverencia a la reina antes de arrodillarme sobre un cojín dorado y plateado. — Es un honor para mí presentarles a Sarah, princesa de Sleet y de Sinse. — anuncia la reina colocando mi corona sobre mi cabeza. — Juras ser siempre leal a tu nación, entregarte en cuerpo y alma a su progreso, defenderla hasta tu último aliento y latido de tu corazón.
—Lo juro. — contesto fuerte y alto.
—De no ser así tu pueblo tiene derecho a reclamártelo. — sentencia la reina. — ¡Viva Sarah, princesa de Sleet y Sinse!
—¡Viva Sarah, princesa de Sleet y Sinse! — repite la multitud.
—Todo tuyo. — dice la reina señalando el micrófono.
Me acerco al micrófono con pasos seguros cuando de repente se escucha un gran estruendo, al principio había pensado que era uno de los fuegos artificiales que se había detonado por accidente antes de tiempo, pero las miradas aterradas de las personas seguidas de sus gritos fue lo que me puso en alerta. Los guardias de seguridad no perdieron tiempo y nos arrastraron a mí y a la reina fuera del balcón central.
Siento la sangre correrme fría en las venas en cuanto lo veo. Comienzo a correr en una especie de trance sin escuchar a nadie, pero a la vez con un ruido ensordecedor en mis oídos. Cuando llego a lado de James es que siento la segunda oleada de miedo. De repente siento como si mi cuerpo perdiera todo su calor, las lagrimas hacen que mi visión se vuelva borrosa y mis manos se mueven a tientas para encontrar su mano.
—¡Jamie! — grito al verlo inconsciente, sus guardaespaldas ya se encontraban poniendo vendas en su pecho para frenar el sangrado. Había sido demasiado cerca del corazón. — Jamie, por favor despierta — le ruego justo cuando llega Ryan corriendo y se sitúa a mi lado.
—¿Qué ha pasado? — les pregunta Ryan a los guardias no sin antes envolver mi mano y la de James con la suya.
—Alguien de la audiencia le disparo.
—No debió haber sido posible todos fueron registrados antes de entrar. — asegura Ryan mirado la palidez del rostro de James.
—Han llegado los servicios de emergencia. — grita la reina para que les abran paso.
Lo siguiente pasa como en cámara lenta. Ryan y yo ayudando a los paramédicos y subiendo a la ambulancia, las manos de James comenzando a enfriarse, la forma en la que los doctores nos apartaron para llevarlo a quirofano, los minutos que Ryan y yo nos habíamos quedado viendo la puerta por minutos, hasta que los medios de comunicación llegaron y tuvimos que recluirnos en una de las salas de espera.
Los siguientes días fueron como si nos hubieran puesto en piloto automático, nos movíamos como fantasmas por los pasillos del palacio, la comida aunque lo intentaramos no pasaba debido a los nudos constantes que teníamos en el estomago y la garganta.
El sonido del helicóptero aterrizando en el helipuerto del palacio hace que Ryan y yo levantemos la vista y corramos escaleras arriba. Oríon había viajado a diferentes naciones en busca de los doctores que pudieran ayudar a James, era lo último que nos quedaba, la última esperanza que nos quedaba de que James volviera a despertar, que volviera a estar con nosotros.
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De lo que esta hecha una princesa
Teen FictionSarah se enfrenta a algo mucha más grande, una guerra que está tomando escalas más grandes, una guerra que le abre las puertas al caos mientras que una guerra mucho más fuerte se libra en su corazón, todo esto en medio de conspiraciones y traiciones.