El comienzo de todo

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Un omega de 18 años de piel blanca, cabello rubio y baja estatura, estaba sentado en el suelo al pie de la gran cama con sanas de ceda, esperando a su amo para que le diera de comer, no es que el le gustase comer en el suelo, claro que no, pero no tenia otra opción, su amo lo educo diciéndole que debía ser buen niño y comportarse que esa era la manera de pagarle por haberlo ayudado y sacado de las calles, si era buen niño le alimentaria e incluso lo dejaría bañarse cada vez que el deseara y tal vez, solo si su amo estaba de buen humor dormiría en el sofá del rincón.

Se preguntaran porque el pequeño Jimin dormía y comía en el suelo, bueno hace dos años cuando tenia 15 años su familia tuvo un accidente y se quedo solo, un omega solo sin padres ni familia, en ese pais tan lejano de su hogar, pagar su casa en la que Vivian no podía, nadie le daba trabajo y los pocos ahorros que tenia los había gastado en el funeral y cuentas de sus padres, quedo en la calle, un día con esas prendas únicas que tenia sucias y un poco rotas, había llegado a las afueras de un restaurante cuando un alfa algo mayor le ofreció comida y un techo donde dormir, acepto con un poco de desconfianza pensando en que tal vez fuera alguien generoso de esos alfas que ya casi no existían pero se equivoco, lo tenia cautivo desde que llego a esa enorme casa, fue tratado como un animal, le maltrataban e incluso lo dejaban sin comer por días solo con agua ese era el castigo si hacia algo mal o desobedecía, era un chico mas de la servidumbre, con la diferencia de que el dormía en la habitación del amo y señor de la casa, claro esta que en el suelo, aun costado de la cama, se le había dicho que debía cuidar de quien había sido su salvador.

Era un chico solo en el mundo, no tenia a nadie mas que a su amo, para ganarse una comida al día tenia ciertas costumbres que realizar las cuales ya descubriremos de que se trata.

Un alfa alto, algo canoso y con barba blanca entro a la habitación principal con un plato en la mano, se quedo mirando a quien lo esperaba en el suelo de rodillas y con la vista baja.

- Omega, me dijeron que rompiste una taza el día de hoy, ¿sabes o al menos tienes idea de lo que costaba esa taza? eran un regalo de mi madre, me lo trajo desde Marruecos era una pieza única.

- Amo le juro que fue un accidente.

-No te di permiso para hablar. - musito, el alfa empezó a soltar ese agrio olor a limón con miel un olor que para el pequeño era muy desagradable.

- Lo siento.

- Supongo que tienes hambre ¿cierto?

- Si amo.

- Bien, toma el resto de mi comida, la verdad es que esta desabrida. - el alfa aventó el plato al suelo provocando un ruido escandaloso, ruido con el cual el pequeño omega dio un brinco.

El pequeño omega inclino aun mas su cuerpo para agradecer, extendió una de sus pequeñas manos y tomo una pierna de pollo la cual se veía mordida y empezó a comerla y lo mismo con el resto de la comida que se había regado un poco por el suelo de la habitación.

El alfa se le quedo mirando de pies a cabeza y empezó a maquinar en su cabeza una idea que seguramente daría resultado, a decir verdad, se arrepentía de haber ayudado al omega al principio lo hizo porque creyó que tal vez pudiera ser un omega para el, pero el olor tan dulce y atrayente de ese omega lo empalagaba y encerrarlo en el sótano cada vez que su celo se presentaba no era tan efectivo quería librarse de el y que mejor opción que regalarlo a su socio que lo visitaría esa tarde en la cena de negocios que tendría, era una magnifica idea.

- Omega, quiero que esta noche estés sirviendo la mesa cuando vallamos a cenar, me visitara un socio muy importante y quiero impresionarlo para que invierta en mi negocio. - se acerco a el y lo tomo del mentón con fuerza, lastimando esas preciosas mejillas, levantando su rostro para que lo viera.- Quiero que lo trates bien y jamás lo veas a los ojos, ¿entendido?

- Si amo, are lo que me pida.- a decir verdad se le hacia raro que lo quisiera sirviendo a el, sabiendo que era torpe para servir y también tenia manos de mantequilla, simplemente el no era el indicado para atender al gran Alfa que vendría esa noche.

-Excelente, ponte el uniforme, y por lo que mas quieras no dejes tu asqueroso olor en toda la casa, me asfixias.

El omega bajo su cabeza de nuevo sintiendo una gran punzada en el pecho al saber que su olor no era agradable, aunque no era la primera vez que se lo decía.- Si amo.- fue todo lo que dijo.

ese mismo día en la tarde, la hora esperada había llegado, y el gran alfa también, muy puntual el timbre de aquella mansión se escucho, la puerta fue abierta enseguida por la servidumbre, ahí estaba ese elegante, apuesto, alto y fuerte alfa.

Ese omega es mioWhere stories live. Discover now