𝕹𝖎𝖈𝖔𝖑á𝖘 𝕺𝖙𝖆𝖒𝖊𝖓𝖉𝖎

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Su mirada estaba clavada en mí, esos ojazos color cobrizo hacían que mi piel se erice sin siquiera tocarme.

Mis manos jugaban con nerviosismo con la tira de mi pequeña cartera, sabías que no podías volver a hacerlo, estabas por comprometerte con el hombre de tu vida, pero de dónde sacabas la fuerza para resistirte al número 19.

-"Amor..."

Tu novio, Rodrigo De Paul, te sacó de tus pensamientos insanos hacía cierto compañero de selección.

-"Perdón, estaba distraída...¿qué pasó?"

-"Te estaba diciendo que si nos quedamos un rato más..."

-"Obvio amor, anda a disfrutar..."

Yo también lo voy a hacer pensó mi mente. Lo ví a Rodri irse entre la multitud y decidí irme hacía la barra, necesitaba alcohol para poder enfrentar esta situación, sabía que jugaba con fuego.

El vasito de vodka me hizo toser un poco pero que importaba, Argentina había salido campeón del mundo, esa era la excusa que tendrías para todo lo que se venía.

Le habías hecho una promesa la última vez que estuviste en esa gloriosa cama, donde al lado dormía tu prometido.

Pediste otro shot, y lo viste, como se acercaba a vos, y haciéndose el mejor de los boludos se pido un shot también, haciendo que queden los dos juntos en la barra.

-"Felicitaciones...general..."

Sabías lo que causabas en él, sentiste su mano apretar tu muñeca y una sonrisa ladina apareció en su rostro.

-"Gracias, muñeca..."

Su voz estaba ronca de estar festejando, y eso lo hizo más irresistible para tu pobre cuerpo. Rápidamente se tomaron ese shot y se sonrieron, los dos se conocían tan bien para saber que se vendría.

Sus manos se calzaron en mi cadera y en menos de dos minutos estabamos encerrados en uno de los tantos baños del hotel.

-"Espero que cumplas tu palabra..."

-"Soy una mujer de palabra...general..."

No paso dos segundos desde que dejé de hablar que estampo sus labios sobre los míos, era un beso con ansias de ser dado.

Mis manos se hundieron en esa espalda gloriosa, llena de tatuajes y bien ejercitada. Él rápidamente me alzó en sus brazos y me quedé a su altura.

El beso era bruto y desprolijo, nuestras manos se movían frenéticas por sacar la ropa que nos impedía concretar ese acto tan impuro que amábamos.

Nico al verme desnuda no dudo medio segundo en hacerme arrodillar, con cierta violencia, característica de nuestros encuentros.

-"Chúpasela a un campeón, amor..."

Y para que habló, bajé su bóxer y me encontré esa creciente erección esperando un poco de atención, mi boca se abrió y con la lengua afuera decidió hacerle ver las estrellas al campeón del mundo.

Movimientos en círculos hacen que Nicolas aprieté cada vez más el pelo de la chica, quién estaba muy concentrada en darle placer a su amante.

𝔒𝔫𝔢 𝔖𝔥𝔬𝔱𝔰;;𝔖𝔠𝔞𝔩𝔬𝔫𝔢𝔱𝔞Where stories live. Discover now