; Sanzu Haruchiyo ; [2]

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— ¿Quién te trajo? —

— Tomé un taxi.—

— Sabes perfectamente que puedo ir a buscarte.—

— Sanzu, ya tuvimos esta conversación.—

— Yo sólo puedo mantener nuestro hogar, (...), deja ese trabajo.—

— No quiero ser una mujer mantenida, ya te lo he dejado claro.—

La misma discusión de casi todos los días, en un tono desigual.
Pero así se conocieron.
(...) trabajaba en tiempo parcial, en un club nocturno como bailarina con tal de financiar la universidad. Pero a fines de cuentas, ganaba mucho más dinero como bailarina.
Sanzu le ofreció una vida y su amor.
Incluso una obsesión.
Por eso es que le daban estos ataques de celos.

— ¡Sanzu! ¡Déjame! —
(...) le apartó las manos.
El chico pelirrosa le inspeccionaba la piel del cuello y los hombros. Quería asegurarse que no tuviera ninguna marca o mordida.

— Lo siento, (...), no te enojes preciosa.—
La abrazó por la cintura y la cargó en su hombro. Iba a llevarla a la cama para darle un masaje y relajar la tensión del momento.

— Sabes que me molesta tu desconfianza.—
Era más que cierto.
Ya estaba agotada de esta situación, por más que discutieran todos los días, Sanzu no era capaz de comprenderla.
No olvidar, eran las cuatro de la mañana.

Sanzu dejó a su querida novia sobre la cama y le ayudó quitándose los tacones y el largo abrigo de color blanco, dejándola solamente en su diminuto vestido satinado.
— Ah. . . Este es el que más me gusta.—
Fue quitándose la corbata y la dejó a un lado. Probablemente la ocuparía después.
Se acomodó entre las piernas de (...) y comenzó a besarla con desesperación. Ambas manos se deslizaron bajo su vestido para tocar de sus piernas con descaro.

— S-sanzu. . . —
Adoraba a su novio, no lo iba a negar, a pesar de que fuera un celopata.
Fuera de todo lo malo, era un hombre atento y dispuesto a satisfacerla en todo sentido. La consentía cada vez que llegaba del trabajo y se aseguraba de que no corriera ningún peligro.

— No digas mi nombre así. . . Sabes lo mucho que me prende.—
Le respondió haciendo un puchero y dió besitos cortos a sus labios.
— Perdón por no controlar mis celos.—

— Está bien cariño, podemos trabajar en eso e incluso conseguir ayuda profesional.—
(...) le acariciaba su cabello rosa, bajando lento por el cuello de él.
Estas instancias dónde su novio se mostraba más vulnerable, era hermoso.

— Ugh, cómo te adoro.—
La abrazó rodeando su cadera y con algo de fuerza, dió la vuelta, quedando con su novia sobre su regazo.
— Te ves tan linda con este vestido.—

— A mí me encanta cómo te ves con tu traje.—
Respondió a su halago y se recostó sobre su pecho, dando ligeras caricias.
Ya se habían calmado las aguas.

— Debes tener las piernas cansadas, cariño.—
Ver el extra tamaño de plataforma le ponía nervioso.
¿Y si su novia se caía?
¿Si le pasaba algo?
¡Nooooo!
Aunque no iba a negar, adora verla con esos tacones puestos y que se viera mucho más alta.

— Shhh, ya no hables.—
(...) tomó el control de la situación.
La misma corbata que Sanzu había dejado para sus juegos, ahora la tenía puesta en sus manos, quitándole movilidad.
Bien jugado (...).
— No podrás tocarme hasta que te suelte.—

— Mmhm. Vamos a jugar, entonces.—
La sonrisa de Sanzu enmarcada por sus cicatrices era más luminosa que antes.

Quedó abajo de ella, jadeando en voz baja.
(...) se movía justo arriba de su entrepierna, torturandolo con la habilidad de su cadera.
Tenía el cabello desordenado y los botones de la camisa abierta.
— A-ah. . . Cariño.—

♡ [ Headcanons ] ; Tokyo Revengers ; ♡Where stories live. Discover now