Hermosa Distracción: Acto II

522 54 7
                                    

La existencia no era fácil, y Vox estaba en el Infierno porque su forma de solucionar las cosas no era necesariamente legal o moralmente correcta. Era imposible crear un monopolio del entretenimiento audiovisual sin destruir algunas cosas en el camino. En realidad, Vox disfrutaba lo que hacía. Pero la parte más entretenida de su ascenso, aquella que hacía que fuera uno de los Overlords más poderosos que habían existido, era la manera en que lidiaba con los imposibles. Vox disfrutaba de los retos; eran el tipo de cosas que mantenían su mente activa.

Ahora, su objetivo era crear una forma de encontrarse con su nueva musa y convencerla de trabajar con él. El reto era hacerlo sin que Valentino se diera cuenta de que Vox tenía su absoluto interés en Angel Dust.

Por lo tanto, él llevaba monitoreando y manipulando las redes sociales junto con las tendencias para alimentar la rivalidad entre pandillas relativamente fuertes hasta elevar la tensión a un punto de ebullición. Vox amaba ser el maestro de ceremonias del voraz consumo de sus espectadores. Toda la ciudad estaba siguiendo el conflicto que él había creado. Su público nunca estaba satisfecho, lo cual le venía bien a Vox porque él siempre quería darles más.

Después de escarbar un poco, Vox resurgió un comentario antiguo y denigrante de uno de los líderes sobre la madre del otro y al mismo tiempo mostró en la página principal de uno de los mercenarios de un bando una publicación de su ex que ahora se había unido al enemigo. Era un arte mantenerlos enojados pero estáticos. Ellos eran bestias dando vueltas en sus cajas, esperando una señal y dirección. Furia embotellada en la red y suplicándole a Vox que les diera un propósito y objetivo.

Él se los dio. Poco a poco, por supuesto. Su público quería disfrutar de la serie de eventos que llevara al caos. Además, Vox necesitaba guiarlos naturalmente a la conclusión de que una guerra debía darse y esta solo podía ocurrir en el Distrito Rojo. Por supuesto, él estaba encargándose de hacerles creer que era idea de ellos y no la manipulación de publicidad y redes sociales.

«Esperemos aquí.» Vox se conectó a la frecuencia de su asistente, quien estaba conduciendo la limusina. Ellos se detuvieron a dos cuadras del estudio pornográfico de Valentino.

La primera explosión fue a cuatro calles de donde ellos estaban. El sonido de disparos llenó el sector. ¿Y a la distancia? Unos cuantos gritos, seguramente de residentes nuevos que no estaban acostumbrados a la masacre. Otra explosión, mucho más cerca. Ahora había nubes de humo que seguramente nacían desde edificios incendiados. Casualmente, una de las torres de VoxTek estaba ahí y en cualquier momento la señal se perdería. Vox se encargaría de eso.

Pero lo importante era que Angel estaba en movimiento, marchando puntualmente hacia su trabajo por la ruta que la aplicación «Maps» sugería para evitar los enfrentamientos en las calles. Los programadores de Vox habían trabajado muy duro para que esa aplicación tomase en cuenta conflictos en las calles más allá del tráfico normal. La señal de Angel se detuvo por un momento, a la par que otra explosión retumbó tan cerca que la limusina se agitó ligeramente. Ese era un día normal en la ciudad. Así que eso no detuvo por demasiado tiempo a Angel, quien siguió caminando.

El pecador llegó a la esquina.

Vox abrió la puerta.

Angel estaba entrenado para subir a limusinas que abrían sus puertas para él. De manera que eso fue lo que ocurrió.

Vox sonrió de lado al notar la sorpresa del pecador al percatarse de que Valentino no estaba acompañándolos.

«Arranca.» Vox hizo que toda señal se cayese en la zona, mucho antes de que la torre replicadora colapsase. Angel logró cerrar la puerta del auto antes de que este girase en U y ellos se alejaran del Distrito Rojo. Vox permitió que Angel se acomodase en el asiento frente a él, observando a su alrededor y confirmando que los seguros no estaban puestos.

Business RelationshipWhere stories live. Discover now