NO MENTIRÁS

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Adara:Entramos a un pequeño cuarto, las puertas se cerraron y comenzó a moverse, la sensación era horrible, me puso nerviosa

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Adara:
Entramos a un pequeño cuarto, las puertas se cerraron y comenzó a moverse, la sensación era horrible, me puso nerviosa.

—Tranquila, solo es un elevador, nos llevará a entrar al hotel —dice la amiga de Dante fijando sus ojos negros a la pantalla que marca el piso al que bamos. (PB: planta baja).

Salimos y ella se fue a la recepción, la veo hablar con las mujeres y les entrega una identificación, Eunice me hace una seña para que me fuera con ella, un caballero con un traje muy elegante se nos acerca.

—Señoritas las llevaré a su habitación —dice el hombre.

Me giro y mi corazón da un salto, comienza a latir a gran velocidad al ver  aquel hombre de cabellos blancos tan alto como Dante, que viene hacia nosotros acompañado de un rubio, quien no despega la vista de Eunice. Los ojos dorados del albino se fijan en la amiga de Dante y luego en mí.

—Genial, qué suerte de mierda la mía —susurró Eunice, al parecer ella los conocía.

Caminamos tras el hombre de traje elegante, él saluda a los dos hombres con un movimiento de cabeza al pasar por un lado de ellos, pero ni siquiera lo miran, mantienen sus ojos en su objetivo; el rubio en Eunice y el otro por un momento los desliza de nuevo hacia ella y luego los regresa a mí. No entendí que era esta sensación, mi corazón se volvió loco, latía con desesperación. Al momento que pasó, por un lado, se me erizó la piel, sentí una fuerte energía, era claro que poseía alguna clase de poder. El rubio se detuvo con Eunice mientras que el otro siguió de paso.

—Unny, ¿qué haces aquí? —le pregunta con un tono de alegría en su voz.

—Hola David. Traje a una amiga a hospedarse en el hotel, está de visita y no conoce la ciudad.

—Entiendo. —Él me mira y sonrió—. Hola soy David. —Extiende su mano y desvío la vista a la amiga de Dante y con ver sus ojos me doy cuenta de que tengo que tomar la mano del joven.

—Hola, me llamo Adara.

—Me da gusto conocerte —dice con una sonrisa—. Bueno, las dejo señoritas, estoy trabajando, tengo que alcanzar a mi jefe. ¿Te mando mensaje? —pregunta mirando a Eunice.

—Claro.

—Bien, adiós.

El joven apresura su paso para alcanzar al hombre de pelo blanco tan largo que sobrepasaba un poco su cintura.

Una sensación de miedo me invade, aunque no se por qué. Había algo en él, podía sentirlo. Subimos a otro elevador y sube varios pisos, salimos y caminamos hasta la entrada de nuestra habitación.

—Hemos llegado, adelante, señoritas —comenta el hombre de traje al abrirnos la puerta.

—Gracias, si necesitamos algo les llamaremos —responde Eunice.

La Reencarnación De LilithWhere stories live. Discover now