𝟏𝟎. 𝐌𝐢 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨 𝐞𝐧 𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐝𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞

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Al día siguiente Enid fue a buscarme en el café

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Al día siguiente Enid fue a buscarme en el café. Yo aún estaba molesta, tal vez demasiado, pero no fui capaz de ignorarla.

— Yoko quiere verla, Señorita Luna —Me comentó con alegría. En su rostro no había arrepentimiento, y creo que me molestó aún más el darme cuenta de que no iba a disculparse. O eso creí.

— Bien —Contesté con frialdad. No quería hacerla llorar nuevamente, pero tampoco deseaba hacerle pensar que sus acciones me habían gustado.

— ¿Vamos? —Me animó mientras me tomaba la mano. De inmediato la alejé, pero solo para volverlas a juntar porque creí que estaba siendo demasiado dura. Luego pensé que había sido demasiado blanda y repetí todo tres veces.

Mi mano acabó junto a la suya, tal y como debía ser.

— Aun debo terminar de trabajar, Enid —Quería que el uso de su nombre y no su apodo le diera una pista sobre mi estado de ánimo, pero ella parecía estar demasiado ocupada pensando en nubes coloridas.

— Pero Yoko quiere verte —

Mordí mi labio inferior, pues sabía que la señorita Thornhill pronto llegaría para que yo pudiera tomar su pedido. No es que tuviera un enorme deseo de escuchar su constante charla sobre el infierno, el pecado y lo muy mal que estaba mi enamoramiento por Enid, pero mi cabeza tenía una lista de tareas que se negaba a incumplir. Aun así, al ver los ojos esperanzados de Enid, algo me alentaba seis veces a marcharme.

— Merlina, la señorita Thornhill te espera —Nos interrumpió Divina con cierto malhumor. Su mirada jamás se dirigió a Enid, lo cual me dijo que prefería ignorar su existencia—. Dice que ha traído nuevos versículos para ti que debes leer —

Rodé los ojos dos veces, pues odiaba su fanatismo religioso. Por supuesto, al contener números sus recomendaciones, no podía evitar leerlas, pero al hacerlo solo me convencía más en que todos mis sentimientos eran los correctos.

— Merlina, por favor —Suplicó Enid, quien no soltaba mi mano.

Yo tampoco quería que lo hiciera.

— No te atrevas, Merlina. Si te marchas tendrás algún tipo de ataque y seré yo quien tenga que buscarte —Aquello, por parte de mi mejor amiga, se sintió como una amenaza— Como siempre —Gruñó.

Y me dolió escuchar sus palabras.

— Si te molesta no debes hacerlo —Le dije fríamente—. No te obligo a nada, Divina—

— No me molesta —

— Eso parece —Contraataqué, y mi enojo con Enid no era nada comparado con el que sentía hacia ella en ese momento— ¿He sido un estorbo para ti todo este tiempo? —

— Merlina —

— La señorita Luna se ve caliente al estar enojada —Comentó Enid a Divina en medio de aquella discusión, pero ambas decidimos ignorarla.

𝘚𝘦𝘨𝘶𝘪𝘳𝘵𝘦 𝘰 𝘗𝘦𝘳𝘥𝘦𝘳𝘵𝘦|| ©Adaptación wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora