.5.

106 36 81
                                    

En cuanto entre en el salón, vi a mi hermano junto a una pareja que me daban la espalda. Seguían hablando animadamente, aun no se habían dado cuenta de mi presencia.

-Hola. Ya estoy aquí. - dije.

- Blanca ven, voy a presentarte a mi jefe y amigo y a su prometida- Dijo Dani sonriendo.

Sonreí. Pero en cuanto los tres se dieron la vuelta hacia mí, se me congelo la sonrisa.

No, no habían sido imaginaciones mías. Jamás olvidaría el sonido de su risa.

Pero no fui la única que no esperaba este encuentro, la cara de Samuel se quedó a media sonrisa. Hizo una mueca extraña y su expresión se puso completamente seria. Yo seguía temblando y desubicada.

· Vamos Blanca reacciona- me dije a mi misma- Y haz lo que mejor sabes hacer. ·

Y eso hice, me puse mi mascara. La cual estaba acostumbrada a utilizar.

· Ahora haz el papel de tu vida. ·

Me acerque a ellos. El ambiente había cambiado, todos fueron conscientes de ellos.

-Hola, soy Blanca encantada. - Salude a la prometida, por las palabras que había dicho antes mi hermano de Samuel.

-Hola Blanca, soy Victoria. Tu hermano nos ha hablado mucho de ti. - Le sonreí

Ahora venia lo más difícil enfrentarme a Samuel. Fue el quien se adelantó

-Blanca... Yo..., no sabía que Daniel era tu hermano. Siempre habla de ti y de lo orgulloso que esta por lo que has conseguido, pero jamás hubiese imaginado que serias tu. - En su tono, aunque lo dijo serio. Se dejaba entrever la sorpresa. Para cualquier otra persona, hubiese pasado desapercibida. Yo me dedicaba a ello, a leer a las personas, era lo primordial de mi trabajo.

-Hola Samuel. Cuanto tiempo, yo tampoco sabía que os conocíais- eche una mirada de reojo a mi hermano- me alegra ver que todo te va genial. - Y le sonreí.

·Me tendrían que dar un puto Oscar después de lo que acabo de hacer·

-Ya os conocíais? - Pregunto mi hermano, y note preocupación en su voz y su mirada desconfiada.

- Si, nos conocimos antes de que me fuera. Pero al marcharme perdimos el contacto. - Le sonreí para tratar de tranquilizarlo. Por alguna razón lo notaba inquieto, y no entendía el motivo.

- Si, fuimos amigos durante un tiempo. Luego yo empecé hacerme cargo de la empresa de mi padre, y como bien sabes no tengo tiempo ni para respirar. - rio.

Por alguna razón, su explicación hizo que mi hermano se relajara. Había algo raro en todo este asunto, si podía trataría de enterarme.

Antes de que nadie pudiese añadir nada mas, sonó mi teléfono. Lo mire confundida, no hacia ni media hora que estaba en casa. Habíamos acordado que nos reuniríamos en un mínimo de dos horas.

Me disculpé y salí fuera atender la llamada.

-Dime jefe. ¿Todo bien? -

-En hora y media en el piso. - Y colgó la llamada.

Bueno, al menos parecía que había cumplido con las dos horas que nos dijo.

Ahora tocaba volver al salón, de haber podido habría salido corriendo en dirección contraria. Intente tranquilizarme, pensar que tenía que intentar aprovechar al máximo el tiempo con mi hermano. Y eso iba hacer, nada ni nadie conseguirá que no disfrutara de él.

Volví al salón. En cuanto me vieron entrar los dos callaron, eso solo hizo que cada vez sospechara más. Algo estaba pasando, y lo descubriría antes de tener que volver a marcharme.

Victoria se acercó a mí, y esta vez pude prestar atención en ella. Parecía una muñeca sacada de un cuento, era perfecta. Con su melena rubia hasta el pecho, con unas ondas perfectas. No era muy alta, mediría metro y medio. Pero con un cuerpo echo exactamente a su medida. Y luego esa cara de muñeca, con una nariz chata, labios gruesos y sonrosados. Unos ojos que parecían hechos para hipnotizar, de un verde fuerte. Como su tuviese un bosque en su mirada. Era perfecta, cuanto más la miraba, más perfecta me parecía. No tenía nada fuera de su lugar. El pelo perfecto, vestida perfectamente y maquillada como una modelo.

No pude evitar compararme con ella. Yo, con mi metro setenta. Mi pelo largo hasta la cintura, oscuro como la noche. El cual siempre llevaba recogido, me ere muy complicado trabajarlo y tampoco tenía tiempo. Así que siempre lo llevaba en una larga cola de caballo. Mi cuerpo nada tenía que ver con el suyo, tenía que trabajarlo a diario en el gimnasio. Necesitaba estar en forma para poder trabajar, lo cual hacía que mi cuerpo se viese más robusto. No tenía quejas de mi rostro, y lo que más me gustaba eran mis ojos. Azules, un azul igual que el mar. No llevaba mi pizca de maquillaje, pocas veces lo solía utilizar. Y Venia en chándal, ya que después de tantos viejes, descubrí que era lo más cómodo para viajar y estar preparado.

Vamos, si la miraba a ella y me miraba a mí. Ella parecía la princesa del cuento, y yo su criada.

Suspire, y me trague el nudo que había empezado hacerse en mi garganta.

Ahora no podía derrumbarme, y menos por algo así después de todo por lo que había pasado.

-Blanca, tu hermano comento que estás trabajando en el sur. ¿A qué te dedicas?

- Si, soy entrenadora personal en un pequeño gimnasio. - Era algo que teníamos todos estudiados, cada uno tenía un puesto. Como se me daba bastante bien, se decidió que yo sería entrenadora personal. Si me preguntaban, estaba bien formada para poder contestar a cualquier duda.

-Si, se te nota que estas bastante fuerte. Yo es que me da mucha pereza. - rio.

-Es lo que le pasa a mucha gente, pero luego lo prueban y a la mayoría les acaba gustando. - Tampoco sabía que más decirle, estaba empezando a encontrarme incomoda.

- Bueno, ahora con la boda yo no puedo hacer nada. Ya tengo el vestido y no quiero engordar o adelgazar ni un gramo, me queda perfecto ahora mismo. 

Aunque no debería, me sentó peor que muchas palizas que había recibido. Mire en dirección a donde se encontraban aun hablando mi hermano con Samu.

Y decidí que era hora de irme ya, si seguía echándola hablar igual cometía un asesinato.

-Victoria, ha sido un placer conocerte y hablar contigo. Pero debo irme a cambiar, tengo una cena de trabaja en un rato.

-Claro, tranquila. Ha sido un gusto conocerte al fin. Si vas a estar un tiempo por aquí, espero que podamos vernos de nuevo y te enseño nuestra casa

-Bueno, aun no se el tiempo exacto que me quedare aquí. Todo depende del trabajo, pero seguro que volveremos a vernos.

Me acerque a donde seguían charlando para avisar a mi hermano que me marchaba.

-Hermanito, tengo que subir a cambiarme y me voy. Tengo una cena de negocios esta noche, te avisare cuando vaya a volver.

-Claro, tranquila. Ten las llaves, yo también tengo que salir. Que vaya muy bien hermanita, y ya sabes a por ellos. - Me abrazo y me dio un beso en la cabeza.

-Perfecto, gracias. Disfruta de la noche. -

Me acerque a Samu y fue el quien empezó a hablar.

-Un placer verte de nuevo Blanca. Espero que antes de que te marches podamos volver a vernos.

-Si, Victoria me a dicho lo mismo. Así que si él trabajó me da tregua pasare a despedirme.

Y me fui corriendo, iba demasiado justa y no tenía ganas de broncas. Hoy no. 

SANGRE ENEMIGAWhere stories live. Discover now